El Mensaje

El Mensaje - Las Palabras Radicales de Jesús



378. Cuando anochece, ustedes dicen: «Hará buen tiempo, porque el cielo está claro». Y en la mañana, dicen: «Hoy hará mal tiempo, porque el cielo está nublado y amenazante». Ustedes pueden predecir bastante bien el tiempo. ¿Cómo es que ustedes no pueden discernir las señales de los tiempos en los cuales viven? ¿Tan poco juicio tienen?

379. Cuando oigan de guerras, rumores de guerras y sediciones, no se aterroricen, porque estas cosas tienen que cumplirse primero; pero el fin no ha llegado todavía.

380. Porque se levantará nación contra nación, y gobierno contra gobierno. Habrá terremotos en muchos lugares diferentes. Habrá pestes, hambres y alborotos. Hasta habrá terror y grandes señales del cielo. Todo esto es el principio de los sufrimientos.

381. Entonces los entregarán a ustedes a tribulación, los matarán y serán odiados por todas las personas por causa de mi nombre.

382. Les digo esto para que no tropiecen. A ustedes los echarán de las congregaciones religiosas. Es más, ¡vendrá el tiempo en que cualquiera que los mate a ustedes pensará que le está prestando un servicio a Dios! Y les harán estas cosas porque no han conocido ni a mi Padre ni a mí. Pero esto se los digo a ustedes de antemano para que, cuando venga ese tiempo, puedan recordar que yo ya se los dije.

383. En ese tiempo muchos tropezarán, se traicionarán unos a otros y se odiarán unos a otros. Se levantarán falsos profetas y engañarán a muchas personas; y por haberse multiplicado la maldad, el amor que muchos antes sentían se enfriará.

384. Ahora, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que ha llegado su destrucción. Cuando vean la abominación desoladora, de la cual habló el profeta Daniel, puesto en el lugar santo donde no debe estar, entonces los que estén en Judea, huyan a las montañas. Los que estén en las azoteas, no bajen a sacar nada de la casa ni los que estén trabajando en el campo vayan por sus ropas. Porque estos son los días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

385. Dos estarán en el campo; uno será tomado y el otro dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será tomada y la otra será dejada. ¡Ay de las mujeres que en aquellos días estén embarazadas o criando hijos! Sí, vendrán días en cual se dirá: «benditas son las mujeres estériles, los vientres que no concibieron y los pechos que no criaron hijos».

386. Porque habrá gran adversidad en esos días y gran enojo sobre este pueblo. Serán matados y llevados como esclavos a otras naciones; y Jerusalén será pisoteada por las naciones, hasta que el tiempo de las naciones se cumpla.

387. Así que, oren para que su huida no sea en invierno ni en el día de reposo; pues jamás hubo una tribulación similar desde el principio del mundo ni jamás habrá otra igual. Si cuando el árbol estaba verde me crucificaron, ¡imagínense lo que harán cuando el árbol esté seco! Es más, a menos que aquellos días no fuesen acortados por Dios, nadie podría sobrevivir. Aun así, esos días serán acortados por causa de los que Dios escogió. Pero es necesario que mi mensaje sea difundido antes a todas las naciones.

388. Cuiden de que nadie los engañe, pues en los últimos tiempos muchos vendrán y usarán mi nombre, diciendo: «yo soy el Cristo» y «yo soy ungido» y engañarán a muchos. Dirán también, «El tiempo está cerca», pero no vayan ustedes detrás de ellos. No le crean cuando ellos les digan, «el Cristo está allá» o «aquí está el Mesías», porque se levantarán muchos falsos Cristos, ungidos y profetas, y harán grandes señales y maravillas. Serán tan engañosos que si fuera posible, engañarían a mis verdaderos seguidores. Pero miren, se los estoy advirtiendo de antemano, para que luego puedan creer.

389. Presten atención porque vendrán tiempos en que ustedes desearán ver uno de mis días y no lo verán. En ese entonces, si alguien les dice: «Miren, el Cristo está en el desierto», no salgan precipitadamente a buscarme. O si dijeren: «Él está en un lugar secreto», no les crean. Porque como el rayo resplandece del oriente y brilla hasta el occidente, así será mi venida.

390. Aprendan lo que la higuera y todos los árboles les enseñan. Cuando sus ramas crecen llenas de sabia y producen nuevas hojas, saben que el verano está cerca. De la misma manera, cuando vean que todas estas cosas comiencen a suceder, ustedes sabrán que mi regreso y el establecimiento del Reino de Dios se acerca y que llegará muy pronto.

391. Así que, cuando estas cosas empiecen a cumplirse, levántense y alcen la cabeza, porque su redención está cerca. En verdad les digo, esta generación no pasará hasta que todo esto se cumpla. El cielo y la tierra dejarán de ser, pero mis palabras jamás dejarán de cumplirse.

392. Pronto, después de esa gran tribulación, espantosas y grandes señales aparecerán en los cielos. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas. Sí, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz. En la tierra habrá mucha angustia entre la gente y confusión a causa del bramido del mar y de las olas. La gente desfallecerá de temor en anticipación de las cosas que han de venir sobre la tierra y comenzará a decir a las montañas: «caigan sobre nosotros» y a las colinas: «cúbrannos», porque las estrellas caerán del cielo y los poderes del cielo se sacudirán.

393. En ese entonces, mi señal aparecerá en los cielos. Me verán viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria. Todas las naciones se lamentarán, porque vendré en la gloria de mi Padre y los ángeles, para recompensar a cada uno de acuerdo a lo que hizo.

394. Enviaré a mis ángeles con el gran sonido de una trompeta, y ellos recogerán a todos mis elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro; y me verán, sentado a la mano derecha del poder de Dios, regresando en las nubes del cielo.

395. Pero no hay hombre que conozca el día, ni la hora en que esto pasará. Ni aun los ángeles en el Cielo lo saben, sino solamente mi Padre. Así que, quédense despiertos y orando siempre para que sean considerados dignos de escapar de todas estas cosas que han de suceder y de presentarse firmes delante de mí.

396. Miren, así como fue en los días de Noé, así también será cuando vuelva. En los días antes del gran diluvio, ellos comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca. No entendieron nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así también será con mi regreso.

397. Lo mismo pasó en los días de Lot. Se la pasaban comiendo y bebiendo, comprando y vendiendo, plantando y edificando. Pero el día que Lot salió de Sodoma, cayó fuego y azufre del cielo, y los destruyó a todos. Así también será cuando yo me manifieste.

398. Así que, no permitan que sus corazones se llenen de glotonería, embriaguez y de los asuntos de la vida mundana, o ese día vendrá de repente sobre ustedes, porque vendrá como una trampa sobre todos los que habitan en la tierra.

399. Por eso, quédense despiertos; porque no saben a qué hora retornará su Señor. Sean como personas que saben que les va a entrar un ladrón a su casa para robarles: se quedan despiertos y no dejan que la casa sea asaltada. Así ustedes, estén preparados, porque volveré a la hora en que menos lo esperen.

400. Consideren la historia de las diez damas de honor, quienes tomaron sus lámparas y salieron a encontrar al novio. Entre ellas había cinco sabias y cinco necias. Las necias tomaron sus lámparas, pero no llevaron más combustible que lo que ya tenían, mientras que las sabias llevaron consigo combustible adicional. Como la llegada del novio se retrasó, todas se durmieron.

401. Luego, a medianoche, se oyó de repente un grito: «¡Miren, el novio viene! ¡Ha llegado el momento de recibirlo!». Las diez damas se levantaron apresuradamente y comenzaron a preparar sus lámparas. Entonces las necias dijeron a las sabias: «Dennos un poco de su combustible adicional, pues todas nuestras lámparas se han apagado». «No podemos», respondieron las sabias, «porque no hay suficiente combustible para todas. Vayan rápidamente a los que venden combustible y compren para ustedes».

402. Pero mientras ellas fueron a comprar combustible, llegó el novio y las que estaban preparadas salieron con él para la celebración matrimonial, y la puerta se cerró. Después llegaron las otras damas y comenzaron a llamar: «Señor, Señor, déjanos entrar». Pero él le contestó: «Verdaderamente les digo, yo no sé quiénes son ustedes».

403. Así que, sean ustedes semejantes a siervos que esperan que su amo regrese de un viaje largo, para que cuando llegue el amo, ustedes estén listos para recibirlo. Dichosos son aquellos siervos a quienes el Señor encuentre anhelantes y a la espera de su llegada, aun si él viniera a media noche o al amanecer. Verdaderamente les digo, que él se pondrá su vestuario para banquetes, e invitará a esos siervos a cenar con él; y levantándose de la mesa, les servirá a ellos como a huéspedes de honor.

404. Así que, estén alertas y vigilen, porque no saben el día ni la hora cuando volveré. Estén preparados y mantengan encendidas sus lámparas, como los siervos que esperan a la puerta, pendientes del toque de su señor. Bendecido es el siervo a quien su amo lo encuentra haciendo su deber.

405. El que se mantenga fiel hasta el fin será salvo. Con su paciencia ganarán sus almas. Así que, quédense despiertos, porque ustedes no saben cuando volverá su Señor. Lo que les digo a ustedes, se los digo a todos: ¡Manténganse despiertos!



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