Es fácil para nosotros olvidar que la mayoría de las personas en el sistema (incluso parejas casadas) nunca han experimentado la clase de relaciones profundas que tendemos a dar por sentado en nuestra comunidad. Entonces, lo que ellos puedan considerar como una relación muy cercana y profunda, todavía se considerará bastante superficial, según nuestras experiencias.

Tomemos las familias, por ejemplo. Por naturaleza hay un vínculo muy emocional entre los miembros de la familia. Parece existir aun en las circunstancias más extrañas. Una vez tuvimos a un muchacho en nuestra comunidad que había sido gravemente maltratado por su padre cuando era niño... encerrado en una habitación, solo, cuando no estaba en la escuela, recibiendo las comidas por debajo de la puerta, y siendo regularmente golpeado con cables eléctricos. Sin embargo, este muchacho dijo que cuando se lo llevaron de sus padres y lo colocaron en una institución, todavía extrañaba a su padre y corrió a abrazarlo cuando su padre finalmente apareció para visitarlo.

Es fácil confundir este vínculo emocional, casi genético, con una relación profunda. Pero antes que podamos llamar a una relación con un familiar de sangre realmente "profunda", debemos considerar otros factores. Por ejemplo ¿cuán profundamente compartimos con ellos (o ellos con nosotros) nuestros sentimientos más íntimos, aspiraciones, decepciones y creencias internas? ¿Qué sistemas hemos elaborado para lidiar con las diferencias en nuestras creencias, para coordinar nuestras actividades y para someternos al consejo de cada uno? A menudo los padres tienen un sistema para que sus hijos se sometan a ellos, pero son lentos en someterse al consejo de sus hijos. Y cuando los niños crecen, toman represalias con un enfoque similar y unilateral de la vida. En el mejor de los casos, ambos lados terminan tomando caminos separados, y la relación se vuelve aún más superficial como resultado.

La tendencia a expresar amor en términos de regalos materiales es una indicación de cuán superficial es una relación. Podemos aceptar que los regalos materiales representan un intento genuino de expresar amor; pero también sabemos que los regalos materiales son una de las expresiones más superficiales de amor. Salvo en circunstancias donde alguien tiene una necesidad material genuina, los regalos materiales se vuelven virtualmente innecesarios cuando las personas tienen una relación realmente profunda.

Existe una extraña paradoja con respecto a lo que se necesita para encontrar una relación profunda. En realidad, implica abandonar la relación superficial y trabajar en una relación con Dios en su lugar.

Ya sea con nuestros padres, nuestros hijos, nuestro esposo o esposa, nuestros amigos de la iglesia, nuestros compañeros de trabajo o con cualquier otra persona con la que creemos tener una relación cercana, Dios nos pide que abandonemos esa relación y la reemplacemos con una relación de dependencia a Él.

Esto se debe a que es nuestra dependencia emocional a todas estas relaciones supuestamente profundas lo que las hace tan superficiales para empezar. Cuando nos sometemos al quiebre del Espíritu Santo, y cuando nos entregamos por completo a Dios, Él crea una nueva dimensión de auto sacrificio y verdadero amor en las relaciones que el sistemita promedio rara vez puede incluso imaginar. No sucede de la noche a la mañana, pero sí sucede.

Hay algunos versículos en la Biblia que hablan acerca de Dios ofreciéndonos cosas que ni siquiera podemos imaginar. Algunas personas han usado estos versículos para promover el evangelio de la prosperidad. Pero Dios está hablando de algo que realmente no podemos imaginar cuando se trata de relaciones. Se necesita fe para creer que hay dimensiones más allá de lo que ya hemos experimentado y más allá de lo que podemos imaginar.

Parece que no hay límites para la cantidad de dinero y para la cantidad y calidad de los bienes materiales que la gente puede imaginar. Y así, aquellos que promueven la prosperidad material siguen pidiéndole a Dios más y más riqueza, nunca encontrando la satisfacción que solo puede llegar cuando abandonan por completo la búsqueda de la riqueza. Solo cuando abandonemos esa búsqueda podremos movernos hacia la vida más profunda de las relaciones significativas que Dios quiere darnos.

Han habido unos poetas y otros intelectuales que han comentado sobre la hipocresía y la superficialidad de las relaciones en el mundo; pero incluso ellos no parecen tener respuestas que vayan al núcleo del problema. A ellos, por supuesto, les habría gustado que otros compartieran profunda y honestamente con ellos, y les habría gustado poder hacer lo mismo; pero si otros compartieran cosas que lastimen, o si la relación amenazara su riqueza, sus medios de vida o su vida misma, descubrirías que incluso los poetas y los intelectuales suelen huir.

La respuesta, tal como la hemos encontrado, reside en poder escuchar de Dios las palabras que naturalmente no queremos escuchar y someternos a la verdad en ellas. Mientras lo hemos hecho, ha sido doloroso espiritualmente. Por lo general, hemos encontrado que no resultó en un final feliz con nuestras familias biológicas o con nuestros amigos de la iglesia. Incluso entre nosotros, no siempre ha habido recompensas instantáneas. Pero, con el tiempo, nos ha acercado unos a otros, a medida que buscamos entregarnos completamente a Dios. También hemos podido ver más claramente que antes, las causas de la superficialidad que existe en la mayoría de las relaciones familiares y en la mayoría de las afiliaciones religiosas, y nos hemos encontrado mejor equipados para amar realmente a estas personas... incluso si no aprecian o aceptan el amor que les ofrecemos.

Entonces, la solución a las relaciones superficiales es:
(a) Comenzar por reconocer que realmente son superficiales, aunque puedan ser bastante emocionales; (b) Renunciar por completo a la relación, en obediencia a Dios; (c) Permitir que Dios forme nuevas relaciones, si es necesario, para reemplazar las rupturas en la comunicación con las personas que solo desean una relación superficial.


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