Usualmente, uno de los progenitores suele ser el disciplinario, y el otro el "consolador". La mayoría de los padres consoladores hacen cosas sutiles para comunicar a los niños que el disciplinario es malo. Cuando hacen esto, socavan la autoridad del disciplinario. Muchos, o si no la mayor parte de los niños, crecen con una imagen monstruosa del disciplinario de la familia. La mayoría de los "monstruos" no son sádicos ni deliberadamente injustos. Pero el mero hecho de que impongan castigos y realicen demandas suele ser suficiente para etiquetarlos como monstruos. Cuanto más se ve al disciplinario (¿Papá?) como un monstruo, más se ve al consolador (¿Mamá?) como un salvador. Es tentador para los consoladores fomentar este concepto erróneo, haciéndose ver como ángeles en el proceso.

La Biblia puede estar refiriéndose a este principio en Génesis cuando habla de Eva seduciendo a Adán. "Eva" simboliza un espíritu femenino que está presente en todos nosotros hasta cierto grado. Es un espíritu que se rebela contra la disciplina (ya sea que la estemos recibiendo o que se nos esté pidiendo imponerla). Y es un espíritu que nos dice que podemos amar más de lo que ama Dios, ya que Él es injusto en sus demandas. 1 Corintios 6:9 dice que ninguna persona afeminada entrará en el reino de Dios. En otras palabras, ninguna persona que se rebela contra la disciplina de Dios heredará Su reino.

Cuando Adán debió haber estado guiando a Eva, la siguió, y ese fue el pecado de Adán. Todo líder verdadero debe estar dispuesto a enfrentar las acusaciones que se le hagan de ser un monstruo, si él/ella trata de disciplinar a sus seguidores.

En El Apocalipsis (Apocalipsis 14:4 y Apocalipsis 7:3-4) es posible que está haciendo referencia a este mismo concepto de liderazgo cuando menciona un ejército de 144,000 siervos de Dios que "no fueron contaminados con mujeres". La Biblia dice que el matrimonio es santo y que es una herejía prohibir el matrimonio (1 Timoteo 4:3), por lo que la contaminación aquí mencionada debe provenir de algo más que el matrimonio físico. Puede provenir de un espíritu femenino dentro de cada uno de nosotros que trata de alejarnos de la disciplina de Dios, evitando así que seamos siervos de Dios.

Ni las mujeres ni el matrimonio son malos; pero existe un espíritu femenino que trata de seducirnos para que rechacemos la disciplina de Dios, y eso sí es malo.

La epidemia homosexual que está arrasando con el mundo occidental de hoy, está íntimamente relacionada con la rebelión hacia los hombres en general, y contra la disciplina de Dios en particular. Pero esto es solo la punta del iceberg. Las personas por doquier hablan de padres, líderes religiosos, empleadores, etc., como si fueran todas bestias sádicas y, a menudo, simplemente porque esperan que los niños, los seguidores o los empleados estén a la altura de algún tipo de norma. Nuestra sociedad ha sido seducida por Eva.

Considere el mito católico de que podemos conseguir lo que queremos rezando a María, porque ella es más dulce que Dios Padre. El espíritu de Eva ha sido renombrado a María. Y considérese la autocomplacencia del movimiento carismático y su justificación masiva para todas las formas de desobediencia a Dios. El espíritu de Eva ha sido renombrado como Espíritu Santo.

Si nos sometiéramos a la disciplina de Dios, incluso cuando nos sintiéramos tentados a pensar que es doloroso y cruel, veríamos menos monstruos en el mundo. Obtendríamos mayor respeto por los disciplinarios de nuestra infancia, y de nuestra adultez. Y ojalá aprendamos nosotros mismos a ser disciplinarios firmes pero amorosos.


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