La filosofía de la Nueva Era está causando muchos problemas espirituales en el mundo actual con la idea de que todos somos dioses, que todos básicamente somos buenos, que solamente necesitamos mirar adentro de nosotros mismos para encontrar a "dios", y que no le tenemos que rendir cuentas a nadie salvo a nosotros mismos.

Lo que los maestros de la Nueva Era pasan por alto es la realidad de la naturaleza humana. Cuando desafiamos a tales personas a vivir por fe, a trabajar a tiempo completo por el amor, muy a menudo responden que no creen que funcionaría porque la gente se aprovecharía de su ayuda y no le devolvería el favor. Profundamente en sus corazones, los supuestos creyentes en la "bondad humana" saben que no pueden confiar en esa naturaleza humana, porque mayormente expresa su lado oscuro. La gente simplemente no es buena por naturaleza.

Es debido a esta tendencia hacia lo malo en la naturaleza humana, que necesitamos tales cosas como líderes y grupos a los cuales les rendimos cuentas. La gente no es tan espiritual que naturalmente hace lo que debe hacer. Las organizaciones siempre necesitarán líderes (aun en una sociedad utópica) por lo menos para coordinar el consenso del grupo.

Pero, se necesitan a los líderes para más que eso. Debido a la naturaleza humana, no puedes contar con que cada miembro cumpla con sus responsabilidades con exactitud después que termine una reunión de planes. A menudo se olvidan; se distraen; pierden interés; se aflojan; o directamente eluden sus responsabilidades. Ahí es cuando se necesitan líderes. La tarea del líder es la de ayudar a los demás a superar la naturaleza humana, por medio de hacerles rendir cuentas, exhortando a cada miembro a cumplir con sus deberes.

Los líderes también inspiran y alientan a las personas, por medio de señalarles los beneficios personales que vienen por medio de trabajar juntos y por medio de rendir cuentas. Pero aun este lado más positivo del liderazgo no sería necesario si la gente fuera intrínsecamente buena. Naturalmente mantendría su visión, y estaría "inspirada" por el "espíritu" dentro de ella. Así que aun líderes apacibles y con un estilo pastoral, conscientemente buscan cómo superar las debilidades de la naturaleza humana.

Es polémico sugerir que los líderes traten de dirigir a los demás hacia donde creen que deben ir. Pero, nos guste o no, esa es la tarea de un líder. Muchos líderes tratan de esconder esta realidad, lo cual suele presentar una imagen deshonesta de lo que significa ser un líder y de lo que realmente están tratando de hacer. Es mucho mejor ser sinceros sobre el hecho de que los líderes conscientemente tratan de lograr ciertos cambios en los demás y de estimular algún tipo de crecimiento (sea de producción o espiritual). Si no hay ningún intento de parte de un líder en llevar a los demás a un lugar diferente del que están en el momento, entonces hay que preguntarse qué es lo que están haciendo como líderes. Se pueden dar un lindo nombre como "orientadores", "pastores", etc. pero la realidad es que su función como líder es el de dirigir al grupo a las metas que representan el deseo fundamental del grupo de cual forman parte.

Nos juntamos a grupos entendiendo que el grupo nos va a ayudar a alcanzar ciertas metas que tal vez, por nuestra naturaleza humana y falta de disciplina, no podríamos lograr a solas. Entonces no debería haber problemas con rendir cuentas sobre nuestras acciones, siempre que las metas del grupo (y de los líderes) coincidan íntimamente con las nuestras. Cuando las metas parecen ser muy distintas, entonces buscamos otro grupo que crea más como nosotros.

Tenemos cierto nivel de elección con respecto a nuestros líderes, y deberíamos elegir nuestros líderes sabiamente, en base de evidencia de su fe en Dios, su sabiduría y su amor profundo por nosotros y su preocupación por nuestro bienestar espiritual. Hay buenas razones para no confiar en líderes mundanos, que constantemente demuestran que hacen su trabajo por lo que pueden ganar egoístamente. Aun en el sistema religioso, la mayoría de los líderes son asalariados, discutiendo sobre aumentos en sueldos, anhelando jubilarse, y abandonando a las ovejas cuando les conviene.  Pero cuando conocemos a alguien que tenga buenos frutos (obediencia a Jesús, fe en Dios, amor por los demás, sinceridad, etc.), no deberíamos desconfiar de sus motivos cuando se esfuerzan en ayudarnos a crecer espiritualmente. (Hebreos 13:7) Si cada vez que nos ofrecen corrección, reaccionamos mal (sea por medio de rebelarnos abiertamente o huir cuanto más lejos posible y perder contacto), creamos una situación en la cual el líder siente frustración con y por nosotros y siente que su trabajo es una carga pesada. (Hebreos 13:17)

Un pensamiento para poner este estudio en perspectiva: Creemos en el "sacerdocio de cada creyente". En otras palabras, somos todos líderes espirituales. Debemos ya ser ministros o ser entrenados en ser ministros. (Efesios 4:11-13) Se espera que nuestros líderes ejerzan su autoridad en amor. Pero eso no debe de frenar a los aprendices en también ejercer su autoridad con amor. El rendimiento de cuentas es algo sobre cual todos debemos estar de acuerdo. (1 Pedro 5:5)

Desafortunadamente, la mayoría de nosotros vemos las palabras "amor" y "autoridad" como conceptos opuestos. Pensamos que el amor significa ignorar las faltas en los demás, y que ejercer autoridad significa oprimir. Pero el amor verdadero significa tomar interés en los demás (suficiente para hacerles rendir cuentas), y reconocer problemas antes de que se vuelvan graves. Similarmente, la autoridad verdadera significa que tomarás responsabilidad en ayudar a los demás a superar sus problemas.

Algunos piensan que porque no tienen el título de líder, entonces no tienen que tomar responsabilidad por lo que pasa a su alrededor. Pierden interés si alguien habla sobre algo que no se relaciona a su responsabilidad específica. De hecho, a veces se duermen espiritualmente aun cuando sí se trata de su área de responsabilidad, pensando que otra persona (en particular el "líder" oficial) se va a encargar de todo, o por lo menos tomar la culpa si algo no se cumple o sale mal. Pero Dios no lo ve así. Eres responsable por todo el bien que podrías haber hecho, pero que dejaste sin hacer por tu pereza o indiferencia. (Santiago 4:17)

En conclusión, los líderes deben ayudarnos a alcanzar las metas que hemos puesto para nosotros mismos y que reflejan las metas fundamentales del grupo de cual somos parte. Para ser efectivos en hacer esto, tienen que hacer rendir cuentas a los seguidores. Cada persona debe elegir bien a qué grupo pertenecer en base de los frutos evidentes de sus líderes, y luego aprender a confiar en ellos; y los líderes deben usar su autoridad en amor, en vez de usarlo egoístamente. Los líderes no deberían temer en ejercer la autoridad simplemente porque no está de moda. Pero los seguidores pueden hacer su parte en guiar al grupo hacia un enfoque mejor, por medio de madurar y aprender a ser líderes.

Esperamos que todo esto nos ayude a tener una mayor unidad como grupo y ser más eficaz en nuestro servicio a Cristo.



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