Su historia

En las trivialidades cotidianas de la vida es fácil olvidar como todo se relaciona a metas de largo plazo. Si pudiéramos vernos 1000 años en el futuro y, desde esa perspectiva, mirar como son nuestras vidas ahora, mucho de lo que consideramos importante sería insignificante.

No somos solamente granos de arena dispersos en los vientos de la eternidad; se nos ha dado la habilidad de tomar decisiones, decisiones que tienen consecuencias eternas.

Es fácil pensar que las grandes decisiones están limitadas a gigantes, generales y genios. Por consiguiente, muchos de nosotros nunca consideramos hacer algo grande con nuestras vidas, o si es que sí, el sueño se desvanece con la primera distracción.

Leemos sobre personas como San Pablo, Constantino, San Francisco, Martin Lutero, Hudson Taylor, David Livingstone, John Wesley, Teresa de Calcuta, y es fácil pensar que todas las grandes fronteras han sido conquistadas. Pero no es así.

Para empezar, puede ser que los grandes nombres de la historia de la iglesia humana no son los grandes nombres para Dios.  Y la historia es, al final, Suyo. Hombres como Constantino y Lutero a menudo alcanzaban la fama haciendo uso de fuerzas políticas y económicas que no eran consistentes con las enseñanzas de Jesús.

Algunos de los otros ‘gigantes’ eran personas comunes quienes simplemente dieron todo de sí mimos por el amor de Dios y los hombres… algo que cualquiera de nosotros puede hacer.

Creemos que lo que se incluirá en la historia de Dios de esta época será un regreso a principios del Nuevo Testamento de vivir por fe: renunciar a todo, vivir juntos, y dar nuestras vidas por amor a otros diariamente.

Ha habido experimentos con eso a lo largo de la historia de la iglesia, pero lo que hará que esto sea tan importante en unos pocos años es que será la única manera en la que un cristiano podrá sobrevivir… mientras un totalitarismo sin Dios afianza su control en la economía mundial.

Si aceptas o  no esta parte de la teoría no importa. Lo que es innegable es  que la verdadera fe, honestidad y amor son extremadamente raros hoy en día. (Mateo 24:12; Lucas 18:8)  No obstante, el futuro de la humanidad depende literalmente de un grupo pequeño de gente que está comprometido a estos valores.  Puedes lograr la grandeza por medio de volverse parte de este ‘ejercito’ minúsculo.

La iglesia de hoy está repleta de aquellos hambrientos y sedientos de riquezas, salud, poder, fama y emociones fuertes… pero tendrías suerte en encontrar 1 en 50,000 que tiene hambre por la verdad más que por aquellas otras, metas menores.

Nos estamos volviendo más conscientes de la responsabilidad histórica que yace en nosotros como buscadores de la verdad. Podríamos fallar fácilmente, por orgullo, codicia, o algún otro engaño del diablo, pero si nos conservamos sintonizados con el espíritu de Dios, el hará cualquier ajuste necesario para mantenernos en el camino a la gloria eterna histórica. ¡No te des por vencido!


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