Es sorprendente cuán difícil es enseñar a los demás el tema de cómo reconocer y seguir a lo que llamamos nuestra conciencia.

Hemos hablado de obedecer a Dios en cuanto a principios establecidos por las enseñanzas de Jesús, y hemos advertido sobre los engaños de basarnos en una "consciencia social"* en vez de lo que Dios realmente quiere. Entre estos dos conceptos hay un sistema genuino de alarma que Dios nos ha dado que sirve para llamarnos la atención cada vez que estamos haciendo algo inmoral, poco ético, o deshonesto.

* (NOTA: No nos estamos refiriendo a una preocupación sobre injusticias sociales, sino en hacer el bien solamente a base de lo que piensa la "sociedad", la opinión popular, o lo que piensen otras personas.  Esta consciencia sobre lo que piensan los demás incluso puede producir algunos sentimientos de culpa, pero no son parte de la verdadera conciencia que opera a un nivel más profundo y nos hace distinguir entre el bien y el mal que pensamos, decimos y hacemos.)

Por lo general, este sistema de alarma es más o menos un "sistema silencioso". Dicho de otra forma, es un "susurro, quieto y apacible" a cual necesitamos estar muy atentos para escuchar, si es que lo vamos a oír de alguna manera.

Si ignoramos esta alarma, el susurro apacible desaparece, y una "sirena ruidosa" toma su lugar.

El problema es que, después de haber inicialmente ignorado el susurro apacible, la mayoría de la gente ve a la sirena como una molestia.  Por eso a menudo las personas no quieren tratar con la sirena. La sirena produce una ansiedad aguda que toma el lugar de la convicción original, la convicción que hemos ignorado por tanto tiempo. Desde el punto de vista de un observador, la ansiedad parece ser una señal clara de que algo está seriamente mal con el sistema de alarma, pero para la persona que sufre de la ansiedad, es difícil encontrar una respuesta satisfactoria.

Se puede explicar de otra forma: Imagina que tienes un ángel en un hombro susurrando en tu oído y diciendo que has hecho algo mal. Pero tienes un diablo en el otro hombro que llama la atención de tu orgullo y te dice que tienes que defenderte cuando alguien te corrige. El ángel trata de señalar la verdad de la crítica, pero el diablo trata de lograr que te defiendas en contra de la crítica. El diablo puede permitirte confesar partes de la verdad... especialmente si ve que va a haber un castigo si no te haces cargo. Pero por la mayor parte, el diablo no quiere que tomes en serio tu responsabilidad de cambiar. Él no da un centímetro a menos que eres, claramente, obligado en cederlo.

La corrección siempre está dirigida a que cambies algo. Pero el diablo va a recordarte de todas las maneras que has cambiado en el pasado, y darte argumentos que "comprueban" que ya eres humilde, que estuviste dispuesto a aprender algo nuevo en el pasado, que eras sincero, y que, en general, eres lo suficiente bueno para no tener que hacer más cambios.

Todo esto tiene el efecto de hacer que la crítica parezca injusta, y la ansiedad justificada.

Pero la ansiedad viene porque la crítica amenaza exponer un "punto ciego" en ti. El punto ciego a menudo no es nada más que tu orgullo. Pero a menudo, cualquier observador con un poco de sentido común puede ver cuando actúas de forma irracional en el momento que alguien se acerca demasiado a la verdad que el punto ciego quiere esconder. Es tu comportamiento irracional que más claramente muestra la existencia del punto ciego. Sólo se necesita tocar un poco el perímetro del punto ciego (ej.: tu ego o la imagen sobre ti mismo) para seguir recibiendo las mismas reacciones irracionales y actitud defensiva, que trabajan juntos para destruir tu conciencia.

La tarea de un consejero cristiano (o un equipo de consejeros) es primero localizar el punto ciego por medio de pacientemente preguntar cosas, y luego llamar la atención de la persona sobre el punto ciego. No es fácil; pero hasta que se logra, la verdadera conciencia quedará enterrada abajo. Recuerda, la verdadera conciencia quiere decirte la verdad sobre ti mismo, y tu necesidad de cambiar; pero escuchar al diablo te ha enseñado a huir de la verdad, y a crear una imagen falsa sobre ti mismo que se tiene que defender, no sea que la verdadera conciencia resucite y el diablo sea destruido. Si vas a cambiar de alguna manera mientras escuchas al diablo, sólo va a ser cuando se te obliga a cambiar. Todo esto viene por medio de mentirte a ti mismo.

Si lees la autobiografía de Gandhi, verás que él era muy sensible en su niñez sobe decir la verdad. Algunos de nosotros también éramos así de jóvenes.  Sin embargo, con la edad, nos dimos cuenta que a veces es necesario no decir todo lo que estamos pensando a las demás personas (la mayoría de las veces para su propio bien). Por eso está el artículo "Honestidad sobre nuestra falta de Honradez". Tal vez Gandhi pasó por alto ese aspecto de la honestidad, en cual somos suficiente honestos para reconocer que no siempre somos honestos.  Es fácil engañarnos a nosotros mismos y pensar que somos más honestos de lo que somos en realidad. Pero el punto principal es que debemos hacer cuanto más podamos para nunca engañarnos a nosotros mismos, ni pensar que podemos engañar a Dios. Porque cada vez que hacemos eso, creamos un punto ciego en nuestra personalidad que fácilmente da lugar a otros puntos ciegos, hasta que destruye toda nuestra personalidad, y nos convierte en locos.

La gente que es más fiel al sistema que a Dios hace esto todo el tiempo; hasta que en cierta medida están todos locos. Huyen de toda clase de verdad incómoda.  Mucha gente funciona de día a día sólo en un nivel de existencia básica, casi como animales sin saber por qué hacen lo que hacen. No pueden enfrentar temas importantes como la muerte, Dios, y las enseñanzas de Jesús. Los ha hecho enfocarse más bien en mitos como el dinero, la evolución, y el egoísmo para llenar las brechas en su entendimiento sobre la vida.

Para la gente religiosa el reemplazo para las verdades que han rechazado es la hipocresía y el fariseísmo de alguna forma u otra.

Esencialmente, nuestra conciencia nos dice cuándo estamos haciendo algo malo, o cuándo estamos por hacer algo malo. Pero necesitamos "practicar" y desarrollar el hábito de escuchar a nuestra conciencia, porque la tendencia humana es el de ignorarla.

Aquí tienes algunas maneras de desarrollar el hábito de escuchar a tu conciencia:

  • Practica pensar sobre las cosas que hayas hecho mal, o sobre cosas con cuales te sientes un poco incómodo espiritualmente.
  • Practica pensar si estás aplicando los mismos principios a los demás como te los aplicas a ti mismo, y al revés.
  • Si aun no lo has hecho, practica confesarle a alguien (preferiblemente alguien en quien puedas confiar de forma profunda con tales secretos) las cosas malas que hayas hecho en el pasado.
  • Practica acercarte a personas para confesarles cosas (incluso cosas muy pequeñas) que has hecho mal recientemente y cosas que hiciste sin ninguna consecuencia o sin que nadie lo supiera.
  • En tus conversaciones, practica escuchar a tu conciencia, preguntándote si estás siendo totalmente justo y honesto con tus respuestas y críticas.
  • Especialmente practica escuchar a tu conciencia cuando alguien te esté corrigiendo, para ver si hay alguna verdad en su crítica.

Tal vez vas a tener que taparle la boca al diablo que te está diciendo que la crítica es demasiado fuerte, o que exagera las cosas, etc. Pero si lo haces, vas a comenzar a descubrir una libertad espiritual y una confianza que jamás experimentaste antes.

Te puede ayudar entender que una consciencia social y la conciencia verdadera están fuertemente vinculadas. La consciencia social sólo hace lo "correcto" de acuerdo a como lo define un grupo, fuese la sociedad como grupo o nuestra pequeña comunidad. Puede ser, de hecho, que verdaderamente sea lo correcto, pero si principalmente estás mirando hacia los demás para asegurarte de que estás haciendo lo correcto, es un indicio de que estás operando más en base a una consciencia social que en base a la conciencia divina. Nunca vamos a superar totalmente nuestra necesidad de mantener una consciencia social (es decir, siempre tendremos que tomar en cuenta lo que piensan los demás, y cómo nuestro comportamiento los afecta). Sin embargo, necesitamos un crecimiento constante en nuestra habilidad de saber lo que verdaderamente es correcto, y actuar simplemente porque nuestra conciencia lo indica (o sea la verdadera conciencia divina por medio del cual Dios nos habla).

Esto es particularmente importante si vas a tratar de liderar. El liderazgo trae demasiada libertad y poder, y no podrás evitar la corrupción si no estás directamente controlado por Dios en cómo usas ese poder y libertad.

En conclusión, hagamos esfuerzos serios para escuchar más a nuestra conciencia divina, y para encontrar y erradicar los puntos ciegos que están debilitando a tantos de nosotros en nuestro camino con Dios. Si hacemos eso, seguramente los resultados serán positivos y alentadores.

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