El Mensaje

El Mensaje - Las Palabras Radicales de Jesús


138. Cuídense de los falsos maestros que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, porque por dentro son lobos feroces.

139. Apártense de ellos, porque son ciegos que guían a otros ciegos. Si fuesen completamente ciegos, no tendrían culpa. Pero como ellos mismos dicen poder ver, siguen en su pecado.

140. Así que, tengan cuidado con la doctrina de los líderes religiosos. Ellos asumen la posición de instructores espirituales. Obedezcan lo que les manden hacer pero no sigan su ejemplo, porque ellos no practican lo que predican.

141. Ellos imponen reglas muy pesadas para los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para ayudar a las personas a las cuales se las imponen.

142. Les aseguro que salvo que la justicia de ustedes exceda la justicia de los líderes del sistema religioso, no entrarán jamás al Reino Celestial. Así que, cuídense de la hipocresía religiosa. Porque no hay nada escondido que no saldrá a la luz.

143. Todo lo hacen para que la gente los vea. Se visten de tal manera para que los demás los vean como muy piadosos. Les encantan los lugares de honor en las fiestas y los mejores asientos en las congregaciones religiosas. También les gusta que la gente los salude en público y con títulos de respeto como «Maestro», «Doctor», «Profesor», «Reverendo», etc.

144. ¡Ay de ustedes, líderes hipócritas del sistema religioso! Obstruyen las puertas al Reino Celestial, ocultando el conocimiento y cerrando el paso a los que verdaderamente desean entrar. Ustedes mismos no quieren entrar y, encima, obstaculizan el camino para los que sí quieren hacerlo.

145. Ustedes, los líderes religiosos, ignoran los mandamientos de Dios y se aferran a tradiciones humanas. Por ejemplo, se enfocan en mejorar su apariencia y no se dan cuenta que por dentro son inmundos, llenos de avaricia y maldad. ¡Necios! ¿No ve Dios lo de adentro también como lo de afuera?

146. Escúchenme todos y presten atención: No hay nada externo que los pueda contaminar espiritualmente. Lo que los contamina es lo que sale desde su interior. ¿Acaso no pueden entender esta verdad? ¿No se dan cuenta de que lo que comen no los puede contaminar? No entra a su corazón sino a su vientre, y luego lo desechan en la letrina.

147. Pero lo que contamina a una persona es lo que sale desde adentro hacia afuera. Porque es del corazón que salen los malos pensamientos, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, la avaricia, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, los homicidios, la maledicencia, la arrogancia y la irracionalidad. Todas estas maldades salen del interior y son las cosas que contaminan a las personas.

148. Así que, limpien lo de adentro si quieren ser limpios. De hecho, ¡den sus bienes materiales a los necesitados y todo empezará a serles limpio!

149. Ustedes invalidan lo que Dios manda para guardar las tradiciones que ustedes inventaron. Por ejemplo, Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre» y «El que maldiga al padre o la madre, que muera sin piedad». Pero ustedes enseñan que la gente se puede excusar de ayudar a sus padres si da sus recursos como una «ofrenda a Dios». Con este argumento, ustedes justifican a los demás en no ayudar a sus padres y, así, anulan la palabra de Dios con las tradiciones que ustedes enseñan. También hacen otras cosas similares.

150. ¡Hipócritas! Isaías estaba en lo cierto cuando profetizó de ustedes diciendo: «Estas personas se acercan a mí de boca y me honran con sus labios, pero sus corazones están lejos de mí. En vano me adoran, porque las doctrinas que enseñan son reglas hechas por los hombres».

151. Escrito está: «Mi casa será una casa de oración». ¡Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones! ¡Dejen de convertir la casa de mi Padre en un mercado!

152. Ustedes presionan a los pobres en darles su dinero y pertenencias, y para parecer justos, hacen largas oraciones delante de la gente. Por eso ustedes recibirán un mayor castigo.

153. ¡Ay de ustedes, líderes religiosos! ¡Hipócritas! Recorren tierra y mar para evangelizar y convertir a la gente a su religión, y cuando lo han logrado la hacen dos veces más merecedora del infierno que ustedes mismos.

154. Ustedes saben que no deben jurar falsamente, sino cumplir con sus juramentos. ¡Pero ay de ustedes, guías ciegos, que tratan de esquivar el compromiso de sus juramentos por medio de un enfoque legalista! Si uno juró por el templo, dirán que no está obligado a cumplir con su juramento. Pero si juró por el oro del templo, dirán que sí. ¡Qué estupidez! ¿Qué es más importante: el oro o el templo que santifica el oro? Ustedes tienen muchas otras excusas. Pero les digo que el que jura por el oro, la ofrenda o cualquier otra cosa está también jurando por Dios, porque todo le pertenece.

155. Por eso, a los que me siguen les digo que no juren por ninguna razón. No juren por el Cielo, por la tierra, por una ciudad ni aun por sus propias vidas, porque todo le pertenece a Dios. Más bien, cuando digan que sí, que sea sí; y cuando digan que no, que sea no. Cualquier cosa que quieran agregar a esto es malvado.

156. Ustedes, los líderes religiosos, se enfocan en temas como los diezmos, al mismo tiempo que no practican los asuntos más importantes de las Escrituras: la justicia, la misericordia y la fe. Ustedes se deberían ocupar de esas cosas sin excusarse de otras. ¡Son guías ciegos que cuelan el mosquito mientras se tragan un camello!

157. ¡Ay de ustedes, líderes del sistema religioso! ¡Hipócritas! Son semejantes a los sepulcros blanqueados que se muestran hermosos por fuera, pero por dentro están llenos de muerte y podredumbre. De la misma manera, por fuera se presentan como justos delante de la gente, pero por dentro están llenos de hipocresía y desobediencia.

158. Yo los conozco y sé que ustedes no aman a Dios. Yo vine en el nombre de mi Padre y ustedes no me reciben. Cuando otro viene promoviéndose a sí mismo, a ese ustedes sí reciben. ¿Cómo pueden creer ustedes cuando quieren ser respetados entre ustedes mismos en vez de buscar el verdadero honor que viene de Dios?

159. ¿Saben por qué no entienden ustedes mi mensaje? Es porque no pueden tolerar mis enseñanzas. Yo digo la verdad y es por eso que ustedes no me creen. ¿Quién de ustedes me puede acusar de un pecado? Pero si digo la verdad, ¿por qué no me creen?

160. El que es de Dios le hace caso a lo que Dios dice; pero ustedes no prestan atención a mi mensaje porque ustedes no son de Dios.

161. ¡Qué terrible es cuando la gente habla bien de ustedes y los respeta, porque así siempre les fue a los falsos profetas! El mundo no los odia a ustedes, pero a mí me odian porque yo doy testimonio de que sus obras son malas.

162. Ustedes se justifican a sí mismos delante de sus congregaciones, pero Dios conoce sus corazones; y lo que es grandemente estimado por el hombre es repulsivo delante de Dios. ¡Satanás es el que tiene la mirada en las cosas humanas y no en las cosas de Dios!

163. ¡Ay de ustedes, líderes del sistema religioso! Les hacen monumentos a los profetas del pasado y dicen: «Si hubiéramos vivido en la época de nuestros padres, no hubiéramos perseguido a los justos». Con esto ustedes dan testimonio de que son hijos de los que asesinaron a los profetas, ¡y ustedes aun superan las obras de sus padres!

164. Si su padre fuese Dios, ustedes seguramente me amarían; porque yo vine y salí de Dios, y no vine por mi propia cuenta sino que Él me envió.

165. Pero ustedes son hijos del diablo. Por eso tienen los mismos deseos que él y hacen las obras de su padre. Él fue homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla lo que le viene naturalmente, porque es mentiroso y el padre de las mentiras.

166. Si ustedes son víboras y están llenos de maldad, ¿cómo pueden hablar algo bueno? ¿No saben que todo lo que está en su corazón saldrá por su boca? Les aseguro que en el día del juicio tendrán que rendir cuentas por cada palabra que hayan hablado en vano. Y por medio de sus palabras serán justificados o condenados.

167. ¡Serpientes! ¡Generación de víboras! ¿Cómo van a escapar de la condenación del infierno? Miren, yo les enviaré creyentes verdaderos para que testifiquen en contra de ustedes. Ustedes matarán y torturarán a algunos de ellos; a otros los castigarán en sus edificios religiosos y los perseguirán de pueblo en pueblo. Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra, desde la muerte de Abel hasta la del creyente verdadero más reciente. Les aseguro que todo esto vendrá sobre los que defienden este sistema religioso.

168. Pueblo religioso, tú que has matado a los profetas y has apedreado a aquellos que te he enviado, ¡cuántas veces he deseado juntar a tus hijos como una gallina junta a sus polluelos bajo sus alas! ¡Pero no quisiste! Mira, tu casa ha quedado desolada y no me verás más hasta que puedas decir: «Bendito es el que viene en el nombre del Señor».

169. ¡Si tan solo hubieras sabido, en tu día, lo que se necesitaba para tu paz! Pero ahora está escondido de tus ojos. El día vendrá cuando tus enemigos cavarán trincheras alrededor de tus murallas y te rodearán. Te echarán a tierra y a tus hijos contigo, y no dejarán una piedra sobre otra, todo porque fallaste en no reconocer el tiempo señalado de tu visitación.

170. Escuchen esto: Hubo un propietario que plantó un viñedo y en los terrenos construyó un lagar. Luego puso una cerca alta alrededor de la propiedad y erigió una torre de observación. Más tarde, la rentó a unos labradores y se fue de viaje a un país lejano. Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, el propietario envió a sus siervos a encontrarse con los labradores para recoger sus ganancias. Pero los labradores emboscaron a los siervos; golpearon a uno, mataron a otro y al tercero lo echaron fuera a pedradas.

171. Por segunda vez, el propietario envió a otros siervos a recoger la parte que le correspondía, y estos se encontraron con la misma suerte. Finalmente, el dueño envió a su único hijo pensando: «Por lo menos respetarán a mi propio hijo». Pero cuando los labradores vieron que el hijo se acercaba, tramaron entre ellos: «Este es el heredero. Si lo matamos, su herencia será nuestra». Así pues, lo agarraron, lo tiraron fuera del viñedo y lo mataron.

172. Ahora, cuando el dueño finalmente regrese, ¿qué piensan ustedes que le hará a los labradores? Les aseguro que los destruirá y dará el viñedo a otras personas.

173. ¿No han leído que «la piedra que los constructores rechazaron vino a ser la piedra angular; esta es la obra de Dios y es maravilloso a nuestros ojos»? Cualquiera que caiga sobre esta piedra será quebrantado por su verdad, pero sobre quien esta piedra caiga lo pulverizará.

174. Les digo la verdad, el Reino de Dios se les quitará a ustedes que oyen y no hacen nada y le será dado a gente que trabaje en producir buenos frutos.

Referencias:
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