Sufrimiento

Yo sé que Dios no me dará algo que yo no pueda soportar. Aunque a mí me gustaría que él no confiara tanto en mí
~Teresa de Calcuta

La pregunta es algo que mucha gente piensa. ¿Por qué pasan cosas malas?  Es una pregunta que se ha tratado de contestar por miles de años, y a cual quizás no es posible dar una respuesta satisfactoria para todos, ya que la pregunta misma puede surgir por diferentes razones.  Sin embargo, como es una pregunta que se nos presenta a menudo, trataremos, por medio de nuestra experiencia limitada y entendimiento finito, contestarla.

Primero, tendríamos que definir a qué nos referimos cuando decimos que algo es un "mal".  En la mayoría de los casos la pregunta se refiere al sufrimiento.  Es decir, la pregunta "¿por qué pasan cosas malas?" a menudo trata de expresar "¿por qué hay tanto sufrimiento?".  Detrás de esa pregunta surge otra que parece ir al corazón del asunto: ¿Por qué permite Dios el sufrimiento?  Cada una de esas preguntas puede ser contestada en forma diferente, aunque están todas relacionadas. 

Es importante reconocer que estamos atrapados en el tiempo.  No podemos saber por cierto lo que va a pasar mañana.  Como por resultado, es difícil contestar hoy por qué algo malo pasó, cuando Dios puede revelar la respuesta en el futuro. Simplemente, no podemos siempre saber por qué pasan las cosas, ni si son verdaderamente buenas o malas sin saber su resultado final. 

Por ejemplo, uno puede haber estado involucrado en un accidente de coche en cual algunos familiares hayan muerto.  Tal evento es doloroso y se podría definir como algo malo que ha pasado, y quizás en el momento, el peor evento de su vida.  Sin embargo, si como por resultado de ese accidente la persona se acerca a Dios y su vida es transformada en tal manera que la persona luego termina ayudando a miles de personas a conocer a Dios y recibir la vida eterna, sería difícil decidir por cierto si el accidente fue lo peor o lo mejor que le pasó a la persona.  Pensar así nos recuerda que aunque no siempre tengamos la respuesta de por qué algo ha pasado, Dios sí la tiene, y nos incentiva a confiar que Dios verdaderamente está en control de la situación y puede revelar con tiempo el porqué.

Cuando hablamos del sufrimiento, lo podemos dividir en dos categorías:

  1. el sufrimiento que ocurre directamente como por resultado de acciones humanas (robos, asesinatos, pobreza, etc.)
  2. el sufrimiento que ocurre aparentemente por accidente (ej. desastres naturales, accidentes, etc.). 


Trataremos de detallar ambas categorías y contestar por qué permite Dios tales sufrimientos.


ACCIONES HUMANAS:

Dios ha dado a cada persona un libre albedrío, la libertad de elegir entre el bien y el mal.  Por medio de la naturaleza, Dios da a conocer Su poder, belleza, y amor (Romanos 1:20).  Dios también ha dado al ser humano una conciencia por medio de la cual Dios susurra, dándole a conocer al ser humano el bien y el mal (Romanos 2:14-16).  Además de eso, Dios mandó a Su Hijo, Jesucristo, para mostrarnos el camino de la verdad y revelarnos la perfecta voluntad de Dios (Juan 14:6).  Sin embargo, al tener libre albedrío, ninguna persona está forzada a hacerle caso a la voz de Dios, revelada como sea, y la verdad del cristianismo es que todos han elegido, de su propia voluntad, hacer el mal (Romanos 3:10-18).  

Una de las verdades más conocidas es que cada acción tiene una reacción.  Es decir, cada acción que tomamos trae sus consecuencias (Gálatas 6:7-8).  Esto significa que cuando hacemos el bien, traemos consecuencias buenas al mundo, y cuando hacemos el mal traemos consecuencias malas al mundo.  La mayor parte del sufrimiento que vemos en la Tierra es el fruto de las acciones malas de los seres humanos.

La Biblia enseña que "el amor al dinero es la raíz de todos los males" (1 Timoteo 6:10).  Esto significa que "cosas malas" suceden mayormente porque la gente ama al dinero en vez de amar a Dios (Lucas 16:13-15).  Piénsalo por un minuto.  El amor al dinero está directamente detrás de casi todos los robos, engaños, asesinatos, hambres, pobrezas e injusticias.  Otras cosas como las violaciones, adulterios, pedofilia, etc. parecen en la superficie no estar relacionadas directamente al amor al dinero, pero cuando uno considera los motivos detrás de las películas, la industria pornográfica, y el marketing que sí están motivados por el amor al dinero, y que como por resultado están constantemente tentando e influyendo a los demás con respecto a la codicia sexual, podemos ver una conexión.  Además, una sociedad en cual la mayoría de los habitantes trabajan por el amor y no por el dinero, se dedicarían a educar y proveer una solución a tales problemas, y así reducir tales ofensas al mínimo.  El amor al dinero, entonces, es una gran parte de la respuesta de por qué pasan cosas malas.

La pregunta mayor es ¿por qué permite Dios que tales males ocurran?  Esto parece tener que ver con darles a las personas libre albedrío.  Es verdad, si Dios no hubiera dado libertad a los seres humanos, los seres humanos no podrían haber hecho lo malo.  Pero, al mismo tiempo, los seres humanos tampoco podrían hacer el bien.  Por ejemplo, si no tuviésemos libertad, no podríamos amar a Dios (ni a cualquier persona), pues si Dios nos fuerza a amarlo, no sería amor.  El amor implica una decisión de libre albedrío.  Pero al permitir el libre albedrío, es necesario permitir que el ser humano elija hacer el mal.  Entonces una respuesta es que Dios permite que el ser humano haga el mal para que el ser humano pueda también elegir hacer el bien, de su propia voluntad.  A pesar de que el ser humano elige hacer el mal, Dios nos enseña constantemente que NO quiere que hagamos el mal, y nos da todo lo necesario para que podamos vencer al mal en nuestras vidas.

Dios también ha revelado un día de juicio en la cual todas las obras de cada persona serán juzgadas. (Romanos 2:6-10) Dios ejecutará justicia, castigando el mal que se haya hecho y dando recompensas por el bien.  Entre tanto, Dios da libertad y permite que las cosas sucedan para darnos tiempo a todos para arrepentirnos y reconciliarnos con él y el uno con el otro.

Supongamos que tu hermano te robó tu coche.  ¿Qué preferirías?  ¿Qué tu hermano vaya a la cárcel por cinco años como castigo por su crimen o que tu hermano reconozca que hizo el mal, se arrepienta, te restaure el coche y tenga una relación restaurada contigo?  Creo que la mayoría de nosotros diríamos que la segunda opción es la preferida.  El castigo lo reservaríamos como la última opción.  Así hace Dios también, esperando que cada persona se arrepienta y conozca la verdad (1 Timoteo 2:3-5). 

Es importante recordar que el mundo en cual vivimos no es un mundo eterno. Nuestro tiempo acá en la tierra solamente es parte de nuestra existencia, y el mal que pasa acá, por más grave que sea, es temporario.  Dios tiene un plan eterno para nuestras vidas.  Darnos la libertad, aun sabiendo que resultaría en sufrimiento, es parte de Su gran plan para nuestra existencia.  Habíamos mencionado antes que no podemos saber por cierto cómo terminan las cosas y que lo que hoy parece ser sufrimiento puede mañana ser lo mejor que nos haya pasado.  Todo depende de los resultados, y nosotros no siempre podemos ver los resultados inmediatamente.  Por eso, volvemos a repetir que es importante que confiemos en el amor de Dios, sabiendo que Él sí sabe el porqué. 

Sin embargo, no estamos solos en nuestro sufrimiento.  No es como si Dios estuviese alejado del sufrimiento.  El sufre con nosotros y por medio de nosotros (Mateo 25:34-40)  Lo más bello del cristianismo es que en Cristo, Dios sufrió por nosotros.  En la crucifixión de Jesús, vemos lo más malo que jamás pueda haber pasado: de que los seres humanos se burlaron, traicionaron, torturaron y mataron al Hijo de Dios.  No existe un concepto más malvado que ese.  Sin embargo por medio de lo más malo jamás, Dios pudo mostrar lo más bueno jamás pensado: que Dios sufrió por Su creación, para mostrarle Su amor.  Entonces en Cristo vemos el ejemplo máximo de cómo Dios usa lo malo para el bien.

Es un recordatorio fuerte pensar que los momentos más difíciles de nuestras vidas pueden ser nuestros momentos más gloriosos también.  El mal continúa porque la gente regresa mal por mal, y no ponemos en práctica hacer el bien a los que nos hacen mal. Las tribulaciones que pasamos en esta tierra también sirven para entrenar nuestros espíritus y nos enseñan paciencia, humildad, y amor (Romanos 5:3).

Entonces, mirar todo el mal que nos rodea, y juzgar a Dios a base de eso, no toma en cuenta cómo Dios ve las cosas y de que Dios sí va a ejecutar Su justicia.

ACCIDENTES NATURALES:

Hay sufrimiento que parece venir no por causa directa del ser humano, sino por medio de la naturaleza.  A menudo este sufrimiento se ve como un castigo de parte de Dios o como una injusticia de Dios hacia los seres humanos. 

Antes de tratar con los accidentes naturales más puros, volvemos al punto de que la Biblia enseña que "el amor al dinero es la raíz de todos los males" (1 Timoteo 6:10).  ¿Qué tiene esto que ver con los accidentes naturales?  Tiene bastante que ver, ya que sabemos que hoy en día hemos hecho mucho daño al medio ambiente como por resultado de nuestras industrias, las cuales surgen del amor al dinero.  Cortar bosques, llenar el aire de dióxido de carbono, ensuciar los mares, y muchas otras cosas llevan a consecuencias graves del medio ambiente.  El aumento en terremotos, huracanes, desiertos, etc. pueden estar relacionadas indirectamente a nuestra obsesión con el dinero.  Como por resultado parte de la respuesta de por qué se sufre por causas naturales vuelve a la responsabilidad del ser humano.

Sin embargo, reconocemos que hay sufrimientos por causas naturales o por accidentes que no parecen estar conectadas a la maldad humana.  ¿Por qué entonces permite Dios que suframos así?  Algunos son rápidos en declarar el juicio de Dios sobre la raza humana por sus pecados.  Sin embargo, en Lucas 13:1-5, Jesús habló sobre este tema:

"En esa misma ocasión había allí algunos que le contaron acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto?  Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿O pensáis que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente." (Lucas 13:1-5)

Estas son palabras muy fuertes. Pero lo que Jesús demuestra acá es que Dios ve mucho más allá de lo temporario. Nosotros medimos sufrimiento y gozo a corto plazo, pero Dios lo mide a nivel eterno. Ahora, en las bienaventuranzas Jesús promete que los que están sufriendo hoy serán aliviados de su sufrimiento (Mateo 5:4), y los que están aprovechando de los demás tendrán que rendir cuentas después (Lucas 6:24-25). O sea, simplemente porque alguien sufre o porque tiene placeres carnales ahora, no necesariamente significa que Dios los está probando o que son bendecidos. Otra vez, vemos que lo importante es el resultado final, algo que todavía no podemos comprender, atrapados en el tiempo.

En Mateo 5:45 Jesús dijo: "[Dios] hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos."

O sea, Dios da cosas buenas a todos, y el inverso es que también permite que todos suframos. La diferencia entre un cristiano que sufre y un incrédulo es que el cristiano encuentra significado por medio de lo que sufre, porque sabe que Dios está con él y que todo tiene un propósito mayor.  Podemos tener confianza que TODO lo que nos pasa, a nosotros los que amamos a Dios y somos llamados de acuerdo a Su propósito, nos pasa para nuestro bien. (Romanos 8:28)

Esto, por supuesto, supone que lo que estamos sufriendo no haya sido una consecuencia directa de algo malo que hemos hecho.  La Biblia dice: "Pues ¿qué mérito hay, si cuando pecáis y sois tratados con severidad lo soportáis con paciencia? Pero si cuando hacéis lo bueno sufrís por ello y lo soportáis con paciencia, esto halla gracia con Dios" 1 Pedro 2:20

Pero SÍ hay beneficio en sufrir por hacer el bien. Si todos vamos a sufrir, mejor sufrir haciendo la voluntad de Dios. Por lo menos tendremos paz y amor durante nuestras vidas, en vez de sentirnos espiritualmente y emocionalmente vacíos.

DAR LAS GRACIAS

Dios SI nos va a bendecir, pero lo que Dios MÁS nos quiere dar son bendiciones espirituales como amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio.  A menudo tales cosas se desarrollan por medio de las pruebas (Santiago 1:2-3)

La forma de conseguir estas cosas no necesariamente tiene que ver con bendecirnos materialmente. Eso es una de las confusiones más graves del sistema religioso, que piensa que Dios existe para cumplir todos nuestros deseos. La felicidad no se alcanza por medio de cumplir todos nuestros placeres carnales; se alcanza por medio de tener paz interior y por medio del amor.

Tratar de cumplir todos los placeres humanos es una de las razones por cual hay tanto sufrimiento en este mundo, pues muchos prosperan materialmente por medio del sufrimiento de los demás (como el consumismo que oprime a algunos para que otros tengan más). Tenemos mucho que aprender del sufrimiento, pero solamente lo podemos aprender si confiamos en que Dios realmente nos ama y nos quiere dar algo mucho mejor de lo que tenemos ahora. 

No nos olvidemos de agradecerle a Dios por TODO lo que nos da (1 Tesalonicenses 5:18).  Es demasiado fácil cuestionarlo a Dios cuando las cosas no van tal como nos gustan a la vez que nos olvidamos de dar gracias por todas Sus bendiciones.  Cuenta tus bendiciones una por una y verás lo maravilloso que Dios ha hecho en tu vida.

La próxima vez que vemos algo malo pasar, en vez de preguntarle a Dios "¿por qué pasó?" podemos preguntarle "¿Qué es lo que quieres que aprenda yo de esto?"  Eso nos ayudará a entender el porqué.



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