Uno de los mejores inventos del hombre debe ser el de los horarios diarios. Los relojes de pulsera (especialmente los que son económicos) también son un invento muy útil, ya que han hecho posible que las personas puedan coordinar sus horarios para ponerse de acuerdo en encontrarse en el mismo lugar y a la misma hora.

Hoy en día, uno no se podría imaginar a un ejecutivo de una empresa tratando de operar sin un horario (o un reloj). De la misma manera, sería inimaginable que una empresa opere sin mantener un presupuesto. Tal presupuesto no solo registra lo que se gasta, sino también pone límites sobre lo que se puede gastar.

Sin embargo, en situaciones espirituales como la nuestra, parece haber una resistencia casi sobrehumana a mantener horarios, presupuestos y listas personales de tareas.

Creemos que la razón de esto es que las personas, en general, no quieren rendir cuentas. La gente no tiene opción cuando se trata de cumplir con su trabajo formal o con regulaciones gubernamentales.  Es por eso que se conforma y acepta cumplir en esas áreas, incluso si tiene que hacerlo por deber. Pero en términos espirituales, es mucho más fácil pensar que no hace falta rendir cuentas, ya que Dios no nos pone en la cárcel inmediatamente por faltar en hacer lo que nos haya mandado.

El diablo trabaja de mil formas diferentes para lograr que la gente se rebele contra el deber de rendir cuentas.  Evitar mantener una lista, o alguna otra medida objetiva de su progreso, es una de las mejores maneras de hacerlo.

Los argumentos en contra de tal disciplina siempre suenan muy "espirituales"; las personas argumentan que quieren ser "espontáneas" o "flexibles", y que no quieren estar "bajo la ley". Pero el resultado de esa forma de pensamiento es lamentable, sin importar qué área de la vida tomes en consideración.

Los pentecostales probablemente son uno de los grupos que más transgreden en esta área; y de todas las varias denominaciones, son los que tienen uno de los peores antecedentes en lo que respecta a deudas en falta, problemas de salud mental, y matrimonios fracturados.

Dentro de los pentecostales hay individuos e iglesias que se esfuerzan para superar estas deficiencias en sus miembros.  Eso es loable. Pero nunca tendrán éxito si aceptan una teología que justifica la falta de rendir cuentas en relación a la forma de usar el tiempo y dinero. Creemos que los pentecostales, o cualquier persona, que está genuinamente tratando de enseñar el rendimiento de cuentas, estaría a favor del mensaje general que estamos tratando de comunicar por medio de este artículo.

Incluso entre los que hemos dejado todo para seguir a Cristo, algunos hemos confesado tener una fantasía secreta sobre una utopía bohemia parecida a la filosofía de la Nueva Era, en donde no hay reglas y todo funciona perfectamente. Esta es la imagen que muchas personas tienen cuando primero se acercan a la idea de vivir en una comunidad cristiana como la nuestra. Quieren un mundo donde todos son amables con ellos, pero donde ellos no tienen que hacer ningún sacrificio personal para que los demás sientan lo mismo. Es una de las razones principales por la que muchas comunidades fallan. Hasta que podamos ver hacia dónde nos está llevando esa fantasía bohemia, vamos a estar continuamente de doble ánimo respecto a todas las disciplinas rutinarias que se necesitan para que una comunidad cristiana tenga éxito. Si tenemos una actitud y un enfoque equivocado, tales cosas como los presupuestos, horarios y las listas de tareas se dejarán a un lado, no se cumplirán, o se hará trampa con ellos cuando haya oportunidad.

Jesús dijo a sus seguidores que su justicia debía ser mayor que la justicia de los escribas y fariseos. Nadie ha sido más espiritual que Jesús. Sin embargo, él (y sus seguidores) eran extremadamente disciplinados, hasta el punto de dar sus vidas para Dios y para los demás. Él quiere que sigamos ese ejemplo de disciplina hoy en día para que nuestra justicia exceda a la de los escribas y fariseos.

Hemos dicho en el pasado que nuestro tiempo es nuestra vida.  Si queremos dar nuestras vidas a Dios entonces debemos estar dispuestos a darle nuestro tiempo. Crear un horario o una lista de tareas es una manera de medir el progreso estamos haciendo en esa dirección. No hay ningún beneficio espiritual en estar despistado o perder el tiempo. Es una de las formas más traicioneras que el diablo ha inventado. De hecho, es una manera silenciosa de suicidarse espiritualmente. Las personas pasan horas, días, y años sin realmente lograr nada, porque se convencen que lo único que Dios quiere para ellos es que sean libres para no hacer nada. No lo creas. Dios está buscando "discípulos", es decir, personas "disciplinadas".  No está buscando bobos sonrientes que anden dando vueltas en un estado constante de confusión espiritual.

Si ves a alguien enseñando la anarquía, por ejemplo, pero parece que tienen su vida, su familia, y tal vez incluso su organización en orden, puedes estar seguro que tales buenos frutos no llegaron como resultado de practicar la anarquía que predica; vinieron por medio de la disciplina. Vinieron por medio de hacer muchas listas de cosas que se necesitaban hacer, y luego fijarse en esas listas para ver si se habían cumplido. Vinieron por medio de poner metas y luego evaluar si se habían logrado. Vinieron de la práctica de poner horarios y de mantenerse fieles a ellos (al menos que hubiera una excepción genuina). Vinieron por medio de aprender a mantener un presupuesto y pagar las cuentas a tiempo. Vinieron por medio de vivir dentro de los límites de su economía. Estas cosas no se aprenden en las comunas de hippies sino en situaciones donde uno tiene que rendir cuentas. Los padres que no disciplinan a sus hijos nunca criarán hijos que, naturalmente y espontáneamente, tengan disciplina. Si los hijos de tales padres perezosos e indiferentes llegan a aprender la disciplina, lo harán a través del sistema (maestros, empleadores, líderes militares, o instituciones penales que los disciplinen) pero con motivaciones y metas equivocadas.

Algunas personas fuera de nuestra comunidad han dicho que somos como una familia unida, pero otros han llegado a vernos como una prisión. Mucho depende del enfoque y las metas del observador.  La verdad es que estamos esforzándonos para tener disciplina y para usar nuestros recursos y tiempo responsablemente. La práctica de poner metas y resoluciones, y luego mantener un registro de cuán exitoso hemos sido en lograr nuestros objetivos, es solo una de las muchas maneras en las que tratamos de rendir cuentas por nuestro progreso espiritual. Siempre hay aspectos del crecimiento que no se pueden medir y que son una cuestión personal entre el individuo y Dios. Pero donde sea que podamos hacer que una meta sea objetiva, buscamos medirla. El fruto de este acercamiento ha sido mayor progreso, tanto en lo práctico como en lo espiritual.

Pregúntate si estás orando más ahora que el año pasado; si estás leyendo tu biblia más; si te estás llevando mejor con los demás; si estás alcanzando a más personas para Cristo; si estás haciendo más para ayudar a los pobres. Si no te gustan estas preguntas, hazte otras que estén más relacionadas a lo que realmente quieras lograr. Ponte metas y guarda un registro para ver si estás progresando o decayendo. La Biblia dice que, si nos juzgamos a nosotros mismos no tendremos necesidad de ser juzgados (1 Corintios 11:31).  Una de las mejores maneras de hacer esto es por medio de cosas como presupuestos, horarios, y listas de tareas. ¡Que disfrutes medirte!

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