Por favor, lee Mateo 6:1-6 antes de leer este artículo.

Alguien ha dicho que el verdadero carácter de una persona no está en lo que dice ni en lo que hace, sino en lo que haría si supiera que podría hacer algo sin consecuencias.

Algunos de nosotros hemos gozado del hecho de que hemos ido más allá de la palabrería vacía del sistema religioso, hasta llegar a las realidades prácticas de la acción. Pero, desafortunadamente, todavía somos 'bebés' en cuanto a la disciplina secreta... esas disciplinas que se desarolla en privada entre un creyente y Dios.

Una de las ventajas más grandes de vivir en comunidad es que siempre hay otras personas que nos pueden ayudar a enderezar nuestro camino cuando comenzamos a no tener un buen espíritu. Pero esta misma ventaja puede volverse una carga con respecto a desarrollar la disciplina secreta; ya que al vivir en comunidad hay menos privacidad y hay pocas veces que podemos hacer algo sin que alguien más lo sepa.

Jesús dice que cuando oremos, ayunemos o ayudemos a los necesitados, que lo hagamos en secreto. Si lo hacemos para ser vistos por los demás, perdemos nuestra recompensa.  Incluso puede ser que la perdamos si alguien llega a descubrirnos haciendo estas cosas. Nuestras acciones son menos que perfectas si nacen de presiones grupales, de la opinión popular o porque creemos que tales acciones son respetadas por la sociedad o el grupo al que pertenecemos. No se puede decir honestamente que las cosas que hacemos con el deseo de recibir el reconocimiento de otras personas son hechas para la gloria de Dios.

Dios no va a castigarnos por hacer el bien bajo presión o porque se haya difundido públicamente lo que estamos haciendo. Pero tenemos que tener mucho cuidado y examinar nuestras motivaciones constantemente.

Amoldarse a estándares grupales (es decir, sujetarse al liderazgo cristiano) parece ser un paso necesario en nuestra transformación de impíos a piadosos.  Esto es mucho mejor que rebelarnos en contra del trabajo en unidad con los demás bajo el pretexto de querer tener la "libertad" para servir a Dios "sin presión" (1 Tesalonicenses 5:12-13; Galatas 5:13). Pero hay que entender que no vamos a recibir una recompensa por el bien que hagamos bajo presión o para ganar la adulación de otras personas. Solo estamos verdaderamente construyendo el reino de Dios cuando lo hacemos sinceramente sin estar buscando la aprobación de los demás.

Jesús dijo que el reino de Dios no es un lugar físico ni un grupo en particular.. (Lucas 17:20-21; Juan 4:19-24). Sin embargo, la gente constantemente falla en entender esto y se convence de que está construyendo el reino de los cielos mientras sólo está promocionando su propio grupo visible o su líder visible.  El punto no es si este o el otro grupo es el reino de Dios, sino más bien ¿con quién quiere Dios que tengamos comunión? Necesitamos ser muy sinceros para contestar tales preguntas sin contaminar las respuestas con nuestros prejuicios y temores con respecto a lo que piensan los demás.

Aquí hay una de las grandes paradojas del cristianismo: si vamos a "la iglesia", debería ser para que nos hagan recordar que no necesitamos ir a un edificio llamado "la iglesia" para encontrar a Dios (Hechos 7:48). Los "maestros" cristianos deberían estar enseñándo que cuando estemos sintonizados con el Espíritu de Dios, no vamos a necesitar más de tales "maestros" cristianos (1 Juan 2:27). Y las organizaciones cristianas deberían estar trabajando en hacerse redundantes, entrenando a sus fieles para ser líderes y enseñandoles a graduarse de su dependencia de la organización para ser completamente dependientes de Dios. De esto se trata el reino de Dios.

La historia está llena de héroes no reconocidos, quienes estarán sorprendidos al verse como los verdaderos líderes del reino de Dios cuando vuelva Jesús. ¡Cuán sorprendidos estaríamos si llegáramos a ver a un mendigo cojo o a una viuda anciana sentados a la diestra de Cristo, en vez de a Pedro, Santiago o Juan! (Marcos 10:35-40; Lucas 21:1-4).

Capítulo 11 del libro de Hebreos enumera muchos de los grandes héroes del Antiguo Testamento, quienes ganaron grandes victorias a través de la fe (Hebreos 11:32-34). Luego, menciona a otras personas que no quedaron registradas en la historia como "ganadores". Dice que estas personas han logrado una mejor resurrección y que ¡este mundo no es digno de tales personas! (Hebreos 11:35-38).

Si te sientes como un perdedor y si tu sufrimiento ha llegado como resultado de un intento genuino en hacer el bien, podrías orar para que Dios te haga justicia (Lucas 18:7-8). O mejor aún, ¡podrías presentarlo a Dios como un sufrimiento secreto para que la experiencia se convierta en una victoria triunfante cuando vuelva Jesús! (Lucas 6:21-23).

Y si tú, como nosotros, no puedes pensar en muchas cosas nobles que hayas hecho sinceramente y que solo Dios conoce, entonces quizás es hora de fijarnos seriamente a dónde estamos yendo espiritualmente.

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