Pero un término lo cubre todo: Fe en Dios. Si crees en un Dios todo poderoso, omnisciente, con amor infinito, entonces todo lo demás simplemente fluirá desde esa pequeña fuente.
La palabra fidelidad viene de la palabra latín "fides" que significa "fe". La gente es fiel a todo tipo de cosa: su pareja, su trabajo, su iglesia, su cuadro de fútbol, y sus hobbies. Lo hace porque tienen fe en esas cosas.
La fe en Dios resultará en ser fiel a Dios. Jesús dijo que un pequeña semilla de fe crecerá (si es genuina) en algo tan poderoso que puede mover montañas (Mateo 17:20).
Por eso, cuando discutimos en contra de las enseñanzas de Jesús porque son demasiado difíciles...nos volvemos impacientes o deprimidos por las circunstancias...cuando faltamos en nuestro amor cristiano a los demás, lo hacemos porque hemos perdido nuestra fe en Dios.
La fe en Dios no es una seca declaración de doctrina, ni tampoco una experiencia de los sentimientos. Es increíblemente sencillo. Actúas como si Dios fuera real y como si él estuviera interesado en ti personalmente. Mientras haces esto, paso a paso, vas edificando una relación de por vida con él.
Cada vez que te encuentres actuando de una forma no cristiana (como anteriormente mencionado), entonces estás actuando como un ateo. En ese momento, en realidad, eres ateo. Sólo sucede porque te olvidas de Dios, y actúas como si Él no fuera de verdad.
Es un pensamiento muy sobrio, y uno que la gente religiosa le cuesta enfrentar, porque toda su palabrería de Dios la convence de que nunca podría ser culpable de no creer un su existencia. Y esta incapacidad de enfrentar cuán lejos de la verdad se han desviado es la razón por cual la gente religiosa suele ser, en realidad, los ateos más endurecidos.
¿Eres religioso? O ¿tienes una fe dinámica en un Dios amoroso, todo poderoso...una fe que es evidente por medio de la forma que vives y amas todos los días?