En este artículo consideramos el tema general de la tranquilidad, y lo relacionamos con la oración, con escuchar de Dios y con escapar del ajetreo de la vida.

Cuando Elías quería oír a Dios, Dios le dijo que debía estar en silencio (1 Reyes 19:11-12). Dios quiere enseñarnos la fortaleza de la tranquilidad (Isaías 30:15). Cuando sabes que tienes razón, no es necesario discutir con los demás tratando de convencerles (Lucas 23:8-9). Y si no tienes razón, debes callar para aprender de los demás y evitar la vergüenza y la condenación. Se dice que Dios nos dio dos orejas y una sola boca, ¡para que oigamos más y hablemos menos! (Santiago 1:19). Si no podemos controlar nuestra lengua, ¡nuestra religión es inútil! (Santiago 1:26).  Ante todo, debemos escuchar a Dios (Salmos 46:10). Si escuchamos a Dios, Él quitará los ruidos del mundo y nos dará paz (1 Corintios 14:33).

Hacer pequeñas cosas como apagar el televisor (¡o mejor aún, no tener uno!) o apagar la radio o el estéreo cuando no estás escuchando ayudan a minimizar el espíritu de confusión y ruido. Si no le estás prestando atención, aun la mejor música del mundo puede volverse un ruido irritante (1 Corintios 14:07). 

Cuando muchas personas están viviendo juntas como lo hacemos en nuestras comunidades (lee "Vivir en Comunidad") es importante hacer todo lo que podamos para evitar el ruido, para que las demás personas puedan trabajar tranquilas y con seguridad (2 Tesalonicenses 3:11-12).

La Biblia dice: "Hágase todo decentemente y con orden" (1 Corintios 14:40). Tener un lugar fijo para las tijeras, un lugar para las toallas y un lugar para los lápices, y ser fieles en poner cada cosa en su lugar, sin duda hace la vida más fácil para los que quieran usar tales cosas después de ti.

De la misma manera, los registros financieros claros, un escritorio ordenado, notas claras sobre las reuniones de asuntos y un tablón de anuncios al día, hacen la vida más fácil para ti y para tus compañeros.

Puede que sea más difícil ver el punto de tener una habitación ordenada o un jardín limpio, cada calcetín colgado junto con su par en la soga o agregar algunos ornamentos en la sala de estar, pero incluso estos pequeños detalles añaden algo al bienestar de las personas que visitan a tales ambientes. Se siente un orden, incluso cuando uno no se da cuenta de tal.

Ese espíritu de orden y tranquilidad debe ser mantenido incluso en nuestra manera de hablar y predicar (2 Timoteo 2:24-25). Es absurdo discutir, especialmente sobre pavadas (Tito 3:9).  Cuando estás compartiendo tu fe con otras personas, es importante saber si te están escuchando. Jesús trató de mantenerse alejado de las discusiones.  A veces Él ni quería hablar con la gente si no lo iba a escuchar como era debido (Lucas 23:9).

Algunas personas piensan que están "predicando" cuando lo único que están haciendo es mostrar cuánto saben acerca de Dios y acerca de la Biblia. Estas mismas personas generalmente creen que saben mucho sobre muchas cosas; pero a la mayoría de la gente no le gusta escuchar a sabelotodos (Santiago 3:1).

A veces Jesús usó historias para enseñar. Es difícil discutir con una historia (Lucas 8:10). Los oyentes tienen que pensar para entender lo que la historia está realmente diciendo.

Si la gente no tiene el Espíritu de tranquilidad que viene de Dios, va a discutir y hablar por encima de los demás cuando los demás estén hablando (Santiago 3:16). Algunas personas hacen esto tanto que ni siquiera saben que lo están haciendo. Observa y escucha a los grupos de gente conversando y verás cómo dos, tres o más tratan de hablar a la misma vez, interrumpiéndose los unos a los otros. No escuchan a los demás porque no tienen el espíritu de tranquilidad y confianza de Dios (Hechos 19:32).

Si nosotros mismos podemos ser tranquilos espiritualmente, podremos enseñar a algunas otras personas a ser tranquilas también. A veces la gente no sabe por qué, pero al vernos trabajar juntos en unidad y tranquilidad, ven que hay algo diferente acerca de nosotros en comparación a cómo se maneja el resto del mundo.

Un espíritu de tontería puede estorbar un ambiente de tranquilidad espiritual (Eclesiastés 10:1). Cuando se inicia una tontería, no parece ser algo grave, sino que incluso parece amigable. Pero la tontería no edifica (Efesios 5:3-4). Hoy llamamos a la tontería "comedia" o "sentido del humor", y podemos experimentarla durante muchas horas cada día en nuestros televisores. Muchas películas también usan el espíritu de tontería para llenar nuestro tiempo.

Estas cosas se llaman "diversiones". La palabra "diversión" significa literalmente "algo que nos distrae o desvía la atención". Pero no queremos que nuestra atención sea desviada de nuestra meta (Filipenses 3:13-14; Hebreos 12:1-2).  El sabio busca formas para hacer que la gente piense sobre cosas serias (Colosenses 4:6; Efesios 4:29). Sin embargo, una persona tonta hace justamente lo contrario (Proverbios 15:28). A veces puede haber una lección importante en una situación humorística. Debemos buscar estas lecciones, incluso cuando otros están siendo tontos. Pero, en general, la tontería es solo una pérdida de tiempo (Efesios 5:15-17).

Si estamos diciendo cosas y no tenemos una buena razón para decirlas, son "palabras ociosas" y Jesús dice que tendremos que rendir cuentas a Dios por cada palabra ociosa que decimos (Mateo 12:36-37). Debes preguntarte antes de hablar: "¿Es necesario decir esto?". Si no es así, entonces quizá sea mejor que no lo digas. Al hacer esto, muestras que eres una persona sabia (Santiago 3:2, Santiago 3:13).

Hay maneras de alejarse de las discusiones, el ruido y la confusión si las buscamos. Si mantenemos un espíritu tranquilo, este nos ayudará a evitar tal confusión y a ayudar a que los demás piensen. Necesitamos dedicar tiempo cada día para orar y estar en silencio delante de Dios.

Esperamos que los puntos detallados en este artículo te ayuden a reemplazar el espíritu de confusión con la tranquilidad del reino de los cielos. Muchos de los que nos visitan se encuentran en estado de confusión. Ellos viven vidas de desesperación silenciosa. En medio de su anarquía espiritual, podemos ofrecer un refugio en la paz que nace de tratar de hacer cada tarea bien, en orden, y con un espíritu de tranquilidad (1 Tesalonicenses 4:11-12).



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