Los sociólogos nos dicen que la mayor parte de la población humana distingue el bien del mal en base a una conciencia social. En otras palabras, su entendimiento sobre lo que deberían hacer en cada situación se decide por lo que creen que otras personas pensarían si se enteraran de lo que han dicho, hecho o pensado.

Esta conciencia puede producir sentimientos de culpabilidad aun cuando nadie esté mirando, dando la impresión de que la persona realmente opera en base a una conciencia "divina" (Ver "La Verdadera Conciencia"). Pero mientras las personas operan en este nivel social, lo que suelen interpretar como la "voz de Dios" es, en realidad, la voz de la sociedad. Cuando hacen esto, la sociedad se convierte en su dios. Son pocas las veces que la gente opera en un nivel más alto de moralidad. Incluso cuando enfrentan a la muerte, la mayoría de las personas continúa siendo guiada por su conciencia social en lugar de la verdadera conciencia.

Para un cristiano, esto es un concepto importante que hay que entender. La conciencia social promueve el "camino ancho" (es decir, el camino popular).  Pero la voz de Dios nos guía por el "camino angosto".  La conciencia social nos mantiene en línea al guiarnos hacia la meta de ser "respetables" ante los ojos de las masas; pero no nos guía a los valores eternos ni nos conduce a hacer el bien ante los ojos de Dios. De hecho, la conciencia social es la base de la hipocresía. Dice muchas cosas correctas, pero solo actúa en base a la opinión popular.

La mayoría de las amistades no avanzan más allá de la conciencia social.  Es por eso que tales amistades casi siempre decepcionan; su lealtad está basada en el "¿qué dirán?" y no en hacer lo que es justo, aunque no sea popular.

Una de las razones por la que la conciencia social dice "lo correcto" se debe a que busca imitar a los pocos individuos de la sociedad que han tenido una verdadera conciencia moral. Cristo hizo referencia a esto cuando dijo que los fariseos edificaban monumentos a los profetas del pasado, a la vez que apedreaban a los profetas del presente.

Se ha dicho que la hipocresía es el homenaje que el vicio le hace a la virtud. Dicho de otra manera, la sociedad honra de forma hipócrita a los virtuosos verdaderos del pasado al hacer gala de los ideales que ellos enseñaban. Pero cuando esos ideales comienzan a costarle demasiado a la sociedad (en cuanto a la popularidad), queda expuesta cuán viciosa (o sea, cuán llena de vicio) ésta realmente es, y comienza a arrojar piedras a las mismas personas que luego, probablemente, honrarán.

Cuando entendemos esto, es más fácil comprender cómo las sociedades supuestamente cristianas que se han vuelto en contra de Dios todavía parecen operar en un nivel de moralidad más alto que las sociedades que no son cristianas. En la India, por ejemplo, donde es casi universal la fe en algún dios de cualquier tipo, hay poco o nada de vergüenza en quedar expuesto por mentir. La honestidad no es una parte importante de la conciencia social de la persona de la India, porque no es una parte importante de su enseñanza religiosa. Pero en sociedades occidentales, donde el ateísmo abunda, un presidente puede ser destituido por mentir... si es que se puede comprobar sin ninguna duda que su motivo fue engañar al público. ¿Significa esto que la sociedad occidental es más cristiana que la oriental? En realidad no. Solo significa que la sociedad occidental ha sido expuesta en el pasado a más enseñanza cristiana sobre la importancia de la honestidad, y como resultado, ha desarrollado una hipocresía más sofisticada; por lo menos en este área.

La conciencia social opera en base a lo que es "políticamente correcto". Este término sociológico, relativamente nuevo, describe una cantidad de nuevos valores que se han desarrollado en años recientes. La mayoría de estos valores aún tiene semblanzas de verdades cristianas; pero a la vez aleja a la gente más y más de Dios. Esta nueva ética nos puede hacer sentir justificados al tomar una causa que se opone a alguna enseñanza genuinamente cristiana, y nos puede hacer sentir culpa por hacer lo que es justo delante de los ojos de Dios. Puede, por ejemplo, hacer que nos sintamos justos por tolerar la inmoralidad sexual y hacer que sintamos culpa por disciplinar a nuestros hijos. Puede hacer que sintamos culpa por criticar la hipocresía de las iglesias, por repartir literatura cristiana "por una donación a voluntad" o simplemente por ser pobre. Pero aun si seguimos sintiendo culpa por no obedecer a la conciencia social (la opinión popular), la Biblia dice que si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas (1 Juan 3:20).    

Es muy importante que aprendamos a diferenciar entre esta conciencia social y la voz de Dios. La conciencia social siempre está reaccionando a presiones sociales en un intento por escapar de su condenación, mientras que la verdadera conciencia actúa en obediencia positiva a la voz de Dios.

¿Cómo fue que desarrollamos esta conciencia social? Comenzó con nuestras familias, pero surje también de nuestros maestros escolares, líderes religiosos, amigos, empleadores y de los medios de comunicación. Sin embargo, la más grande influencia de la conciencia social ha venido de nuestros familiares. Lo que piensan nuestros padres, parejas e hijos de nosotros es lo que al final más nos mantiene en línea. Queremos ser aceptados por los demás, especialmente por las personas más involucradas en nuestras vidas.

Con razón Jesús dijo que no podemos ser sus discípulos si no aborrecemos a nuestros padres, madres, cónyuges, hijos y aun nuestra propia vida, y que tenemos que amarlo a Él más que a los demás (Lucas 14:26; Mateo 10:34-37). Nos estaba llamando a eliminar esta conciencia social y a reemplazarla con una conciencia divina. Fíjate que, en Lucas 14:26, Jesús usa una de las palabras más escandalosas para una cultura supuestamente cristiana: la palabra "aborrecer".

Ya que el amor es la enseñanza fundamental y suprema de Jesús, es inevitable que cualquier cultura influenciada por sus enseñanzas desarrolle una conciencia social que dice que cree en el amor.

Sin embargo, Jesús debe haber sabido que incluso el concepto del amor se iba a tergiversar en una sociedad hipócritamente llamada "cristiana". Por haber perdido contacto personal con Dios, fuente de todo el verdadero amor, sustituirían el amor divino con  el amor de familia o el amor erótico. Por eso Jesús nos llama a "aborrecer" lo falso para regresar a lo genuino. Nos llama a "aborrecer" a nuestras familias y parejas para poder verdaderamente amar a Dios.

Todo cambio verdadero en el mundo (sea para bien o para mal) viene de gente que deja de complacer a las masas y empieza a operar en base a valores interiores. Las masas son "buena gente", y las masas son tibias. Ambos van juntos: ser considerado una "buena persona" y ser tibio.

Las masas se mantienen en línea por temor a que alguien descubra que ellas están haciendo algo malo. Pero los verdaderos innovadores pierden el temor a lo que piensa la sociedad y comienzan a andar a otro ritmo. Los verdaderos innovadores son fríos o calientes, con gran potencial para el bien o para el mal. Han roto con los límites que la sociedad les impuso y, como resultado, tienen la libertad de hacer lo que quieran, ya sea para bien o para mal.

Claro, la sociedad no ve bien a tales personas. Las percibe como imprudentes y peligrosas, maleducadas e irrespetuosas. La sociedad reconoce que no se les puede mantener en línea por medio del temor, y por eso, la persona común termina temiendo al innovador. Advierte a sus hijos que les guarden mucha distancia, rehúsa leer cualquier cosa escrita por ellas, etc.

Entender la conciencia social nos ayuda a entender cómo y por qué el sistema religioso puede decir tantas cosas "correctas" a la vez que reacciona fuertemente en contra de las enseñanzas de Jesús (Juan 15:19-20). Cristo mismo lo señaló, diciendo que rechazarán a los que anuncian sus enseñanzas porque, en realidad, rechazan a Jesús. Pero su hipocresía religiosa nunca les permitiría admitir abiertamente la verdad de esa declaración.

El sistema religioso continúa diciendo muchas cosas correctas porque alguien, en algún momento en el pasado, hizo las mismas cosas que algunos de nosotros estamos haciendo ahora: obedecer a Jesús y enseñar lo que es verdaderamente correcto. Llaman a Jesús "¡Señor, Señor!" más fuerte que cualquier otra persona, a la vez que desobedecen todo lo que Él enseñó (Lucas 6:46).

La gente que ha sido confrontada con verdades incómodas y luego huye de ellas, continúa teniendo una conciencia social aun después de huir de la verdad. A menudo, su conciencia social es más fuerte que la de la mayoría del resto de la sociedad, porque se ha confrontado con una verdad o verdades que los demás no han visto. A veces, incluso, estas personas pueden predicar la verdad que han rechazado porque los hace sentir moralmente superiores a los demás. Pero, a menos que estén dispuestas a practicar realmente esas verdades, terminarán despreciando a quien (o quienes) primeramente les expuso a esa verdad incómoda. Así que, ¡prepárate para ser rechazado si quieres predicar la verdad!

Que sea gente que se haya apartado (deslizado), los líderes religiosos, las familias, los amigos, o el público en general, cuando entendemos que la mayoría están controlados por una consciencia social, podemos aprender a guiarlos de la misma forma que hizo Jesús con las masas. La Biblia dice que "Él sabía lo que había en el hombre" (Juan 2:25).

Jesús desafió a las autoridades religiosas cuando lo arrestaron, diciendo: "¿Como contra un ladrón han salido ustedes con espadas y palos? Habiendo estado con ustedes cada día en el templo, no extendieron las manos contra mí; pero esta es su hora, y la potestad de las tinieblas" (Lucas 22:52-53). En otras palabras, temían hacer en público lo que planeaban hacer en secreto porque temían a la opinión popular. Ellos y el público honraban las cosas que Jesús decía y hacía, y no tenían una base para arrestarlo por sus enseñanzas. Jesús lo sabía, y a menudo utilizaba a las masas para mantener a los fariseos en línea (ej. Lucas 19:47-48).

La mayoría de las personas que donan a causas justas lo hacen por obediencia a la conciencia social. Rara vez dan si no se les pide directamente. Secretamente, preferirían no dar; pero temen lo que los demás pueden llegar a pensar si no dan (o son motivados por el orgullo de sentirse "generosos"). Por esa razón dan... usualmente lo mínimo que puedan, mientras todavía sean considerados "respetables". Esto explica la razón por la que es tan popular el recaudo de fondos. Estos ponen el foco en los que dan, y su billete de caridad les compra la máxima gloria para sí mismos.

El foco de atención de la opinión popular tiene un efecto parecido a la verdadera conciencia, al hacerle sentir culpa a la gente por cosas que realmente son inmorales. Por ejemplo, un ladrón descubierto en el acto de robar o una chismosa descubierta en hablar mal a espaldas de otra persona sienten vergüenza. Pero en tales casos, lo que realmente les molesta es haber sido descubiertos. Por eso Jesús dijo que la persona que codicia sexualmente a otra en su corazón ha cometido adulterio, aun si todavía no ha tenido oportunidad de hacerlo físicamente. Dios se fija en lo que haríamos si supiéramos que podríamos hacerlo sin experimentar consecuencias negativas.

Han Christian Andersen captó algo de este concepto en su cuento "La Nueva Ropa del Emperador". En el cuento, todos mintieron diciendo que les gustaba la ropa nueva del emperador solo para que los demás los vieran como respetables. Claro, cuando salió la la luz la verdad (de que nadie podía ver la ropa porque no existía, y que el emperador estaba desnudo) todos quedaron expuestos como mentirosos.

Cuando aprendes a reconocer cuánto de lo que pasa alrededor tuyo es simplemente por causa de la conciencia social, y cuando has aprendido a vencer tu propio temor de la opinión popular, te vuelves un "gigante de la fe" en un mundo lleno de enanos espirituales. Solo ora para que puedas usar esta ventaja sabiamente y con amor para librar a los demás de sus temores.


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