Este es un intento de juntar varios pensamientos sobre el tema de la revelación directa. Es un tema que es malentendido a menudo.  Si uno nunca ha experimentado una revelación directa de Dios, el tema entero puede parecer absurdo, o aún peligroso (porque puede sonar similar a lo que experimentan algunas personas con problemas de salud mental.). 

Por supuesto, uno de los ingredientes fundamentales para recibir una revelación directa (o aún para entender de qué se trata) es tener fe en un Dios que puede y quiere comunicarse con nosotros. 

Cuando hablamos de revelaciones directas, estamos refiriéndonos a una de las maneras que Dios usa para comunicarse con nosotros en forma personal y directa. (Lee Ocho Maneras de Conocer la Voluntad de Dios, donde "Revelaciones Directas" es la cuarta manera de discernir la voluntad de Dios).  Esto puede ser un sueño, unas imágenes o palabras que llegan subconscientemente a tu mente cuando estás orando, una visión, etc.  En todos casos, es algo que recibes en forma personal tú mismo.

PERMANECER ABIERTO PARA SEGUIR RECIBIENDO REVELACIÓN

Principalmente, la revelación directa tiene que ver hacernos ver cuáles son las enseñanzas de Jesucristo sobre cuales necesitamos enfocarnos en una situación específica, o las batallas que enfrentamos en ese momento. Sin embargo, también pueden ser una forma de hacernos ver algo diferente y desafiar algún prejuicio que tenemos.

Por ejemplo, en Hechos 10 y Hechos 11, leemos que Pedro recibió una visión personal en la cual Dios desafiaba las reglas religiosas de Pedro en cuanto a lo que él podía comer.  La visión fue dada para ayudar a Pedro en cumplir lo que Jesús le había mandado en cuanto a predicar el evangelio a todas las naciones (Marcos 16:15) y entender lo que Jesús había dicho de que no hay nada que entra por la boca que contamina al hombre (Marcos 7:15-19)

La mayoría de los abusos sobre la revelación directa ocurren cuando alguien supone que han recibido algo que es infalible, único, universal o eterno. El antídoto para este tipo de engaño no es minimizar el escuchar a Dios, sino más bien a escuchar más. Eso es porque realmente escuchar de Dios nos obliga a poner a un lado incluso las revelaciones anteriores, con el fin de escuchar lo que Dios está diciendo ahora. Quizá ayer Dios nos estaba impulsando a la acción, mientras que es posible que hoy quiera que sigamos despacio y que descansemos. Puede ser que ayer nos estaba diciendo que confiáramos en alguien, pero hoy Él nos advierte de no ser tan franco. Para descubrir su voluntad en este momento, debemos estar preparados para dejar lo que entendíamos ser su voluntad en el pasado.

Hasta cierto punto, también deberíamos hacer lo mismo con nuestro entendimiento sobre las enseñanzas de Jesús. Obviamente, si la revelación directa comienza claramente a contradecir las enseñanzas de Jesús, entonces debemos cuestionar seriamente su fuente. Pero a menudo, las revelaciones directas han desafiado los mitos que hemos tenido sobre las enseñanzas de Jesús, y al hacerlo, se agudiza nuestro compromiso con lo que Jesucristo verdaderamente enseñó.

Volviendo al ejemplo de Pedro en Hechos 10 y Hechos 11, podemos ver que Pedro tuvo que estar dispuesto en dejar a un lado mucho de su entendimiento de lo que él creía ser la voluntad de Dios.  Antes de ser crucificado, Jesús le había dicho a sus discípulos que vayan solamente al "pueblo de Israel" (Mateo 10:5-6).  Después que Jesús fue resucitado, les dijo que deberían ser testigos suyos por todo el mundo (Hechos 1:8).  Sin embargo, aún después de haber recibido el Espíritu Santo, parece que Pedro todavía no había invitado a los gentiles (gente no judía) en ser cristiana.  La visión que Pedro recibió desafió su entendimiento judío en cuanto a la comida y la asociación con los gentiles, y le ayudó a entender más profundamente lo que Jesús le había enseñado.  Una progresión similar se desarrolló con respecto a otras tradiciones judías, incluyendo el bautismo de agua (lee Bautismo de Agua).

En el artículo "Oír lo que No Queremos Oír" explicamos que lo que se necesita para recibir revelaciones directas de Dios es un corazón totalmente abierto a la voz de Dios. Tenemos que estar preparados a escuchar lo que nos conmociona y lo que nos desafía. ¡Esperar lo inesperado! Este rasgo es fundamental, no puede ser sobre-enfatizado. Jesús dijo que debemos ser como niños pequeños si queremos heredar su reino. (Marcos 10:15) Para Nicodemo, significaba dejar de lado todo su supuesto conocimiento, y como un niño pequeño, dejar que Dios le enseñara cosas que su carácter religioso le había predispuesto en contra. (Juan 3:3 y Juan 3:10-11)

Esta buena disposición para algo nuevo debe ser una cualidad constante. ¡Cuántas veces hemos recibido algo de Dios, y luego salimos corriendo a predicarlo por el resto de nuestras vidas, sin pensar en volver a Dios para actualizaciones y mejoramientos. La mayoría de las denominaciones se forman de esta manera. Consiguen una verdad pequeña, y montan un campamento alrededor de esa verdad por el resto de la eternidad. Depender de Dios como un niño depende de sus padres debe ser un constante modo de existencia para nosotros como cristianos.

No es que el conocimiento y la experiencia no juegan ningún papel en absoluto, sino más bien, nunca debemos asumir que lo hemos aprendido todo. No hay una acción específica que se pueda hacer para cumplir con el requisito de ser como un niño. Al contrario, se trata de una cualidad en curso. A menudo nos levantamos de un momento de fe humilde, sólo para volvernos orgullosos y farisaicos sobre nuestra humildad. Pero la verdadera humildad es como una mariposa ilusiva que nunca se captura completamente.

CÓMO PROCESAR LA REVELACIÓN

Una vez que tengamos una revelación, ya sea un sueño, una visión, la letra de una canción o un pasaje de la Biblia, o algunas otras palabras, entonces tenemos que interpretar lo que hemos recibido. A veces podemos recibir una profecía que es completa en sí mismo, pero más a menudo requerimos una interpretación. Para hacer esto, hay que ser sinceros y analizar lo que hemos recibido honestamente, atentamente fijándonos en los sentimientos. ¿Algo pareció particularmente bueno o particularmente malo en el sueño o visión? ¿Algo fue amenazador o, al contrario, una fuente de consuelo? ¿Cuáles fueron las relaciones entre las varias personas, incidentes, o palabras de la revelación? ¿Tuvieron los objetos, personas o acciones un significado simbólico (por ejemplo, quizás un gato te haga pensar en la curiosidad)? ¿Alguna parte del sueño o visión se destacó por ser más importante?

De esto, podemos empezar a interpretar a los distintos componentes de la revelación. ¿Hay palabras importantes, personajes o símbolos que representan o forman vínculos naturales con algo o alguien más?

Después de haber tenido una revelación y encontrado una interpretación, debemos buscar manera de aplicar lo que hemos aprendido de la revelación. Esta es la hora de la verdad. Si no lo aplicamos en alguna forma práctica, entonces todo se desperdicia.

Haz de cuenta que la primera razón por la cual Dios nos da una revelación es porque sabe que, dejado a nuestro propio razonamiento, es probable que tomáremos una decisión equivocada. Así que si nos olvidamos de la lección que recibimos en la revelación, lo más probable será tomar una decisión equivocada. Si la lección, por ejemplo, fue a trabajar más, entonces es probable que aflojemos y perderemos el sentido de un trabajo importante y necesario. Si la lección fue de ralentizar, entonces probablemente estaremos tan emocionados con algo que estamos haciendo que perderemos el tiempo en eso y perderemos algo mucho más importante.

Es sorprendente cuántas veces uno escucha a Dios decir algo y luego hace algo que contradice totalmente la lección que acaba de recibir. Junto con oír lo que no queremos oír, debemos tener las ganas de aplicar la lección donde no deseamos aplicarla. Y para hacer esto, tenemos que repasar la lección durante todo el día. A veces la aplicación se hará evidente en el momento que tenemos la interpretación (especialmente cuando se escucha como grupo, porque hay más oportunidad para consejo). Pero en otras ocasiones, la aplicación sólo se descubre cuando una situación surge durante el día. Por supuesto, debemos estar atentos por la aplicación, o es casi seguro que lo perderemos.

EL PORQUÉ DE LA REVELACIÓN

Recuerda que la idea de la revelación directa proviene de nuestra fe en un Dios personal, que desea comunicarse con sus hijos. No es un juego para entretenerse y divertirse, sino una parte seria de nuestra fe y de nuestra relación con nuestro Creador. Si le damos a esta relación y estas revelaciones el respeto que se merecen, entonces pronto veremos nuestras vidas cambiar de forma significativa.

Posdata: Si encuentras que las revelaciones te confunden y aparentemente te llevan en círculos, entonces es probable que tengas que desistir en buscar una revelación directa y en vez trabajar con las otras ocho formas de conocer la voluntad de Dios. Revelaciones directas no son la única manera de saber la voluntad de Dios, y sirven mejor cuando se utilizan junto con las otras ocho maneras de conocer la voluntad de Dios. (Lee Ocho Maneras de Conocer la Voluntad de Dios)

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